Nvidia da una patada a la burbuja de la IA mientras se acumulan las señales de que la euforia ha terminado

Nvidia da una patada a la burbuja de la IA mientras se acumulan las señales de que la euforia ha terminado

Los buenos resultados del gigante de los chips consiguen aplazar los temores de los inversores, pero los analistas coinciden de que «el pico psicológico del ciclo» de la IA ha llegado

Nvidia bate a los analistas y anuncia beneficios récord en medio del temor a un estallido de la burbuja de la IA

La burbuja de la inteligencia artificial no explotará esta semana. No obstante, las señales de que la euforia ha terminado y de que cada vez más inversores están preparados para abandonar el barco se acumulan. Por eso había tantas miradas puestas en los resultados que Nvidia publicaba este miércoles. Unos resultados peores de lo esperado por parte de la campeona de la inteligencia artificial podían haber desatado el impulso de estampida.

Nvidia desafió a los analistas y presentó unas cuentas excelentes. “Se ha hablado mucho de una burbuja de IA. Desde nuestro punto de vista vemos algo muy diferente”, afirmó su cofundador y director ejecutivo, Jensen Huang, en la reunión posterior con los inversores. El negocio de la primera compañía en alcanzar los cinco billones de dólares de valoración sigue viento en popa, y eso tranquilizó a los mercados, que llevaban varias jornadas penalizando los valores tecnológicos. La propia Nvidia había perdido 500.000 millones desde que alcanzó su pico hace dos semanas.

“Lo que Huang defiende no es tanto una narrativa de crecimiento sin fin, como una tesis estructural donde la IA ha dejado de ser un ‘vertical tecnológico’ [un negocio de nicho] para convertirse en infraestructura global”, explica Javier Molina, analista de mercados de eToro. “Lo que hay detrás de su entusiasmo es la consolidación de un oligopolio tecnológico que domina tanto la oferta de chips (Nvidia) como la demanda institucional (OpenAI, Microsoft, Meta, Google)”.

La compañía es el termómetro del sector. “Hoy, Nvidia refleja (casi uno a uno) el ciclo de liquidez de la IA, y mientras siga entrando dinero en esa temática, su valoración se mantiene… pero… si la inversión se enfría, el múltiplo podría resentirse y ahí vendrán los problemas”, advierte Molina.

La posibilidad de que la inversión se enfríe es real. Las dudas sobre la rentabilidad real de las inversiones en esta tecnología, el elevado consumo energético de las infraestructuras necesarias, la obsolescencia tecnológica y las crecientes fricciones en materia de soberanía tecnológica son factores que ya están empezando a destapar las dudas de los inversores, señala Thomas Friedberger, vicedirector ejecutivo de Tikehau Capital, una gestora francesa de activos orientada a inversores institucionales (fondos de pensiones, aseguradoras, grandes patrimonios).

“La narrativa en torno a la inteligencia artificial ha estado marcada por un exceso de expectativas. A medida que avanza el ciclo inversor, observamos cómo la rentabilidad esperada no siempre se materializa, lo que obliga a replantear asignaciones”, advierte Friedberger en un comunicado enviado a elDiario.es.

Más avisos de burbuja: ahora Google

Han sido los propios magnates tecnológicos los que se han encargado de preparar al mercado para la explosión de la burbuja. Primero fueron Sam Altman y Mark Zuckerberg, directores ejecutivos de OpenAI y de Meta, respectivamente, los que emplearon el término “burbuja” sobre las inversiones en IA y aceptaron que podía estallar. Después fue Jeff Bezos, fundador de Amazon, y esta semana ha sido Sundar Pichai, máximo responsable de Google.

La opinión de Pichai cuenta porque Google es una de las grandes ganadoras de esta revolución. Su familia de modelos Gemini están entre las más avanzadas del mercado junto a ChatGPT y sistemas chinos como DeepSeek y Kimi. Su valoración ha crecido un 70% en un año. Pese a ello, incluso Pichai reconoce que existe “irracionalidad” en torno a las inversiones en IA.

“Creo que ninguna empresa va a ser inmune, incluida la nuestra”, ha advertido en una entrevista con la BBC sobre la posible explosión de la burbuja. Como Altman y Zuckerberg, el jefe de Google pone como referencia la burbuja de las puntocom, la fiebre inversora de finales de los noventa que infló hasta el absurdo las valoraciones de las primeras empresas de Internet. Su explosión destruyó aproximadamente 5 billones de dólares de valor de mercado, lo mismo que lo que hoy valen Google y Meta juntas.

“Podemos mirar hacia atrás y observar internet ahora mismo. Claramente, hubo mucha inversión excesiva, pero ninguno de nosotros dudaría de la importancia de Internet”, dice Pichai: “Espero que la IA sea igual. Creo que es racional, pero también hay elementos de irracionalidad en momentos como este”.

Para Javier Molina, no es casualidad que los magnates de la IA hablen cada vez más de las valoraciones hinchadas. “Que figuras como Altman o Pichai reconozcan abiertamente la posibilidad de una burbuja marca un cambio narrativo profundo, donde se da un paso del optimismo ingenuo a la gestión de expectativas. Ese giro en el lenguaje suele preceder al pico psicológico del ciclo. Cuando los líderes empiezan a hablar de burbuja, no están advirtiendo, están preparando al mercado para una fase de consolidación”, explica.

El canario en la mina

La explosión de la burbuja de las puntocom se llevó por delante actores con presencia relevante en el mercado digital como Yahoo. En el escenario actual, cada vez más dedos señalan a Oracle como el candidato a caer primero.

La compañía fundada por Larry Ellison ha vivido una segunda juventud bursátil gracias a su agresiva apuesta por la nube y su alianza estratégica con OpenAI, lo que disparó su valoración en sptiembre. Oracle llegó tarde a la guerra de la nube contra AWS, Microsoft y Google, y ha intentado compensar esa brecha apostándolo todo a la infraestructura de IA. Sin embargo, ahora se ha convertido en un actor cuyo crecimiento depende casi exclusivamente de que la fiebre inversora no baje de temperatura, como alertan los analistas.

El mercado se ha dado cuenta de ello y la compañía dirigida por Larry Ellison ha perdido casi un tercio de su valor en un mes. La tendendia ha continuado este jueves y Oracle ya va camino de dilapidar todo el valor que había conseguido desde que su cotización empezó a verse impulsada por el fervor de la IA.

Oracle es un gigante de 135.000 trabajadores y casi 40 años de historia que ahora se ve involucrado en una tendencia peligrosa. “En 2024, la inteligencia artificial generativa despertó gran entusiasmo en los mercados financieros, alimentado por la convicción de que transformará profundamente las economías”, recuerda Thomas Friedberger, que señala que ese optimismo tenía “zonas de sombra”.

Entre ellos, señala “los enormes costes de desarrollo, especialmente en centros de datos energéticamente intensivos y rápidamente obsoletos”, como los que está construyendo Oracle para ser uno de los actores centrales del negocio de la IA. Unas infraestructuras que “plantean dudas sobre su rentabilidad real a medio plazo. Los acontecimientos recientes han confirmado esas reservas: la aparición de DeepSeek ilustra el riesgo de una mala asignación del capital en un contexto de disrupción acelerada”, concluye en analista.