Tensión en los mercados: el bitcoin y la IA se suben a la montaña rusa bursátil

Tensión en los mercados: el bitcoin y la IA se suben a la montaña rusa bursátil

Más de 1,2 billones de dólares se han evaporado del universo ‘cripto’ en un mes y medio. El bitcoin se deja el 28%, desde octubre, y el índice estadounidense S&P 500 otro 19%

Nvidia da una patada a la burbuja de la IA mientras se acumulan las señales de que la euforia ha terminado

“Algo huele en los mercados que recuerda a 2000”. La cita, que se ha hecho habitual entre los inversores desde el comienzo del otoño, rememora la atmósfera del desplome tecnológico de las punto.com. Sus detractores inciden en que el alumbramiento de Internet y de lo que se llamó entonces Nueva Economía no concuerda con la estrategia planificada de las firmas tecnológicas actuales, ni la IA se encuentra en la misma longitud de onda que la fase primigenia del negocio online. Sus defensores, en cambio, enfatizan que los activos de compañías vinculadas a la IA no solo están sobrevalorados –una premisa que se acepta como consenso del mercado–, sino que han adquirido un componente especulativo que se pueden identificar con una burbuja a punto de estallar.

Los resultados de Nvidia en el tercer trimestre han insuflado todavía más gas propano a este globo aerostático. El gigante de los chips de alta gama desveló ganancias en el tercer trimestre fiscal en EEUU de 31.767 millones de dólares, un 62% más que entre agosto y octubre de 2024. Pero lo que más entusiasmó a los inversores, después de un amago de lunes negro al inicio de la semana, fueron sus planes de futuro. La compañía con mayor capitalización bursátil, que roza los 4,5 billones de dólares y se acerca al tamaño del PIB de Japón o Alemania, contempla ingresos de 65.000 millones de dólares en ventas en el primer tramo trimestral de 2026, unos 3.000 millones por encima de los cálculos del mercado.

Los resultados de Nvidia devolvieron la fe en la IA a Wall Street, que se acrecentó con las palabras de su CEO, Jensen Huang, que se apresuró a puntualizar, en contra de su criterio de hace varias semanas, que la narrativa que habla de una burbuja tecnológica es una herejía. El evangelio que ahora proclama Huang afirma que los clientes de la multinacional californiana –hiperescaladores o empresas que aportan potencia informática para crear centros de datos y laboratorios de IA– continúan ampliando sus capacidades porque las inversiones empiezan a traducirse en retornos tangibles. Al tiempo que revelaba una profecía casi idílica: la proyección corporativa de superar el medio billón de dólares de recaudación anual a medio plazo “podría quedarse corta”. Todo un argumentario por describir para reforzar la idea de que el negocio de la IA “es estructural”.

Fue el cortocircuito que conectó de nuevo la escalada tecnológica bursátil con el entusiasmo de los inversores por reanudar sus compras, precisaban gestoras como Wilson Asset Management. Y a Nvidia, como el auténtico catalizador del mercado. Porque, casi de inmediato, volvió a surgir una atmósfera equilibrada. Síntoma, por otro lado, de que la supuesta burbuja, de existir, estaría haciendo su trabajo: ampliar su volumen.

Al fin y al cabo, estos globos especulativos no suelen condensar su dimensión; tan solo estallan, no sin antes contagiar su euforia. Es lo que emitió de inmediato Wall Street al trasladar la calma de unos resultados corporativos –es verdad, que las ganancias masivas de la firma más valorada en bolsa– a los criptoactivos y amortiguar así unos días más la percepción de que la Fed rebajará de nuevo el precio del dinero antes de fin de año. A pesar de que las últimas actas de la autoridad monetaria americana avisaban de que los halcones de la institución, encabezados por su aún presidente, Jerome Powell, quería mantener a raya una inflación con expectativas alcistas antes de reducir tipos.

Todo ello empujó al bitcoin este viernes a registrar su peor comportamiento mensual desde el colapso de 2022 ocasionado por una sucesión de quiebras corporativas que sacudieron a estas divisas tokenizadas. El oro cripto, el bitcoin, retrocedió más del 9,4% esta semana hasta rozar los 85.000 dólares. Mientras la caída de ether, rebasaba el 7% y dejó su cotización en el entorno de los 2.700 dólares. Otras criptomonedas sufrieron caídas similares, lo que situó el valor de estos activos por debajo de los 3 billones de dólares por primera vez desde abril, según CoinGecko.

Este hundimiento cripto también evidencia que la imagen casi plenipotenciaria de Nvidia como brújula del mercado que guía a la IA a buen puerto en términos de productividad, no puede en absoluto, por sí misma, garantizar que El Dorado tecnológico de este siglo no contenga fuertes episodios de tensión. Por mucho que acapare el 8% del músculo bursátil del S&P 500, el índice bursátil más importante de Estados Unidos y considerado un termómetro de la economía estadounidense y global. 

Retrocesos cripto y de valores IA sincronizados

De momento, ha servido para arreglar otra semana en la que los criptoactivos se volvieron a dar otra vuelta en su montaña rusa, con un repunte del 2% a la reacción de los resultados de Nvidia tras un otoño melancólico en el que se han evaporado, entre octubre y las dos primeras semanas de noviembre, más de 1,2 billones de dólares. Con el bitcoin marcando un descenso del 28% y el S&P 500 otro 19% en el mismo periodo, como puede apreciarse en el siguiente gráfico.

La jerga analítica tilda de baño de realidad este salto al vacío; en este caso con colchón de seguridad, ya que el inversor cripto ha retornado, aunque sea momentáneamente, a la valoración macroeconómica, al poner al otro lado de la balanza de la euforia por la IA, las dudas que despierta en la Fed otro recorte de tipos con la tasa de paro al alza –hasta el 4,4%–, pese a crear 190.000 empleos en septiembre. 

Aunque, detrás, como telón de fondo, haya incógnitas sin resolver. En esencia, una triple X de riesgo a la que se enfrenta el mundo critpo y el universo de la IA para despejar el entusiasmo de la realidad inversora: la capacidad de financiación de sus empresas y proyectos, las regulaciones que dirigirán sus negocios y la habilidad para cumplir sus objetivos empresariales e inversores. Todo ello, determinará si su narrativa es costumbrista u ofrece retazos de realismo mágico.

Además, emerge la amenaza geopolítica. La Casa Blanca, por ejemplo, presiona al Congreso para frenar el Gain AI Act, que restringiría las exportaciones de chips avanzados a China y otros países considerados enemigos estratégicos. El futuro de los fabricantes de chips y de los criptoactivos, favorecidos en EEUU por la Genius Act de junio, pero sin respuesta en otras latitudes, también se juega en el terreno regulatorio. El dilema crediticio ganaría ventaja con rebajas de la Fed.

La sucesión de mensajes en torno a la burbuja tecnológica –de valores IA y criptoactivos– desvela este estado de excitación en medio de otra exuberancia irracional de los mercados, que diría el expresidente de la Fed, Alan Greenspan. Para el vicepresidente de JP Morgan, Daniel Pinto, este comportamiento apunta a “posible corrección” de activos vinculados a los algoritmos y avances en computación, del S&P 500 y, probablemente, del sector tecnológico en su conjunto. Stefan Hoops, CEO de DWS, unidad de gestión patrimonial de Deutsche Bank, comparó las similitudes con el estallido de la burbuja punto.com y admitió que el rally de la IA no dispone de precedentes por su dimensión. Y para David Trainer, CEO de New Constructs, las acciones de Nvidia “están sobrevaloradas, a pesar de su rentabilidad”.

Una de las voces más clarividentes dentro de un contexto general en el que sobresale el calificativo de “efervescente” a la hora de analizar el mercado, quizás, sea la de Hoops, quien incide en que Nvidia ha superado previsiones durante 11 trimestres consecutivos. “Pero este desempeño histórico ya se ha incorporado en el precio” y alerta que la mayor parte de la subida del 1.000% experimentada por la acción desde el inicio del boom de la IA “no se ha traducido en resultados fehacientes, sino entre periodos de presentación”. El gigante de chips estadounidense –avisa– no precisa superar expectativas, necesita constatar la eficiencia de sus chips en grandes proyectos globales.

Incluso con su amplia cartera de pedidos para proveer sus chips Blacwell y Rubin en 2026 y tras sus recientes alianzas empresariales en computación cuántica, telecomunicaciones, vehículos autónomos y robótica. 

El riesgo geoestratégico invade la escena bursátil

Estos interrogantes se complican si cabe aún más por otra serie de amenazas geoestratégicas que van a distorsionar aún más el relato de la realpolitik. La coraza de seguridad forjada en 2025 por la expansión del comercio tecnológico y las expectativas de un entorno monetario benigno deja fisuras al descubierto. Un mercado global en intensa reconfiguración por la fiebre IA, pero con ajustes laborales masivos –en EEUU se contabilizan más de 48.000 relacionados con empresas que operan en este segmento productivo– y tensiones en la cadena de valor de chips por los controles a la exportación de tierras raras de China, ha provocado pactos cruzados entre bigtechs, como el que han anunciado Microsoft y Nvidia para invertir hasta 15.000 millones de dólares en Anthropic, rival de OpenAI. En medio de una incipiente permisividad de Pekín para vender a Europa sus semiconductores a través de Nexperia.  

Pinto se une a otros ejecutivos de Wall Street preocupados por los riesgos de burbuja, dado que las seis bigtechs americanas –las llamadas Siete Magníficas, excepto Tesla– planean gastar cerca de 371.000 millones de dólares este año en centros de datos para entrenar y operar modelos de IA, con un requerimiento estimado de 5,2 billones de dólares para 2030, según McKinsey. Para el alto ejecutivo de JP Morgan, aunque la productividad de estas inversiones se materializará, el mercado “podría haber sobreestimado la velocidad de los beneficios y haber generado riesgos de sobrevaloración”. De momento, las perspectivas hablan de próximos desplomes adicionales de las tecnológicas sin beneficios, según el Goldman Sachs Index que mide estos parámetros en firmas del sector y que retrocedió un 19% en octubre“. 

En el lado cripto, la debilidad de octubre comenzó por la agresiva advertencia de Donald Trump a China, antes de la nueva tregua negociadora, para aplicar a sus productos “aranceles masivos”. Este discurso geopolítico, que siempre hace emerger el fantasma de la fragmentación global, ha dejado sin narrativa especulativa al bitcoin y a sus hermanas tokenizadas. Sin una regulación que pueda considerarse general en el mundo, sin reservas de valor estables y sin una aceptación con sello universal, y con unos inversores institucionales que “ya no son un motor de explosión y júbilo”, aduce Financial Times antes de explicar que, “pese a que su involucración fue masiva, su capacidad marginal de compra actual resulta limitada”.

No por casualidad, BlackRock, con 13,5 billones de dólares en activos bajo gestión, custodia la mayor parte del capital en ETF (fondo cotizado) de bitcoins; la tercera parte de sus nuevos clientes adujeron que se sintieron atraídos por sus ofertas cripto. 

Todo ello ha dejado una sintonía entre el Nadaq y el bitcoin que no augura nada positivo, ya que el descenso casi sincronizado entre ambos indicadores “provoca un bucle de retroalimentación negativa” entre los inversores, advierte el diario británico. En ambos casos, la corrección de esta semana se movió en torno al 6%, antes de su recuperación por Nvidia.

Sin embargo, este reajuste reveló que la industria “ha agotado sus catalizadores estructurales” de los que se han beneficiado los criptoactivos en el último bienio: desde los ETFs hasta las novedades regulatorias y de acceso a la inversión de la Administración Trump “ya están incorporados”, aclara FT.

El apetito especulativo también se ha instalado en el mercado cripto, admiten las gestoras, que no se atreven a descartar que el susto –la corrección de esta semana– acabe en muerte del ciclo bursátil y suceda un nuevo colapso financiero internacional.