Desmentir ‘fake news’ con matemáticas, la última enseñanza que dejó Claudi Alsina antes de morir

Desmentir ‘fake news’ con matemáticas, la última enseñanza que dejó Claudi Alsina antes de morir

El divulgador publicó pocos días antes de fallecer ‘El tercer lunes de enero es el día más triste más triste del año’, un tratado que desmiente con números algunos de los engaños más repetidos en medios y redes

Muere el matemático y divulgador Claudi Alsina a los 73 años

Claudi Alsina era de esas personas que despertaban sonrisas en la gente. Quienes coincidieron con este matemático y divulgador suelen describirle con buenas palabras y elogios que no se le dedican a cualquiera. “Amabilísimo”, dice uno. “Muy divertido y paciente”, dice otro. “Un ser luminoso”. Este último halago viene de Laura Fabregat, la responsable de prensa dela editorial Ariel, con la que Alsina había publicado su último libro.

Ella fue la encargada de concertar una entrevista con elDiario.es, que estaba fijada para este lunes. Una entrevista que jamás se pudo realizar porque el domingo, a los 73 años, Alsina murió de cáncer. Era una enfermedad que llevaba acompañándole un tiempo pero, hasta el último momento, estuvo dispuesto a hablar sobre su pasión, que eran las matemáticas. Se pasó la vida haciendo de divulgador, siempre con un sentido del humor que hacía que se le perdiera el miedo a los números.  

Que era gracioso era evidente. ¿Cómo si no habría iniciado su último libro con una canción de Bertín Osborne? El niño Jesús nació en Triana / Porque quería ser torero / Y disfrutar en la plaza / Y abrir esa puerta grande / Que es la más grande de España. Estos versos son las primeras líneas que se encuentra el lector nada más abrir el libro El tercer lunes de enero es el día más triste del año. Matemáticas & fake news (Ariel, 2025).

Por qué Alsina empezó con este villancico su libro iba a ser la primera pregunta de la entrevista. Y ya nunca será contestada, así que la incógnita permanecerá. Pero esa es la única duda con la que se quedará quien lea su libro, un texto que echa mano de las matemáticas para desmentir las fake news que inundan las redes sociales y algunos medios de comunicación.

El matemático nos incita a desconfiar, a “leer la letra pequeña” para saber identificar cuándo alguien nos intenta engañar, y a confiar en los números para “evitar los timos y las mentiras”. El viaje que propone Alsina va desde las herencias fraudulentas que provienen de un improbable monarca nigeriano hasta las estafas piramidales, pasando por curas milagrosas y el cuestionable uso de fórmulas para calcular la idoneidad con una potencial pareja sentimental.

Y, frente a todo ello, dice, “en las matemáticas encontraremos siempre una fiel aliada para desenmascarar enredos, evitar timos y combatir engaños, una auténtica cruzada contra el mal de la falsedad”. Pero el problema viene cuando quienes intentan engañar usan también los números y se aprovechan de la poca cultura matemática que, a veces, tiene la sociedad.

No por nada Alsina empieza haciendo un pequeño test, lo que conseguirá bajar los humos a algún que otro lector que piense que entiende de números. Porque no, que los hombres ganen un 30% más que las mujeres no significa que las mujeres ganen un 70% de lo que ganan los hombres. También da algunas nociones de estadística y explica por qué da exactamente igual el número premiado en el Gordo del año pasado a la hora de calcular la probabilidad de que un boleto sea el escogido.

Esa “amiga fiel” que son las matemáticas

El uso de números “hace que todo sea más creíble” a un ojo inexperto, pero a menudo las cifras solo hacen que despistar. Y un ejemplo de ello se encuentra en el “bulo” que da título al libro de Alsina. Desde 2005, se conoce al tercer lunes de enero como el día más triste del año o blue monday. Esto, que empezó como una campaña publicitaria que pasó sin pena ni gloria, se volvió relevante en el momento en que un psicólogo se propuso convertirlo en ciencia.

Cliff Arnall, de la Universidad de Cardiff, propuso una ecuación para avalar matemáticamente la teoría del tercer lunes de enero. Su propuesta fue la siguiente ensalada alfanumérica: 400

“De cómo hallar estos parámetros no se dice nada, pero puedes enloquecer o deprimirte si tratas de darle sentido”, apunta Alsina que, además, critica sin tapujos que se “maree la perdiz con ecuaciones” para dar sentido a una teoría que es “absurda en sí misma, pues trata de determinar una fecha anual fatídica válida para todas las personas en todos los lugares del planeta”.

El matemático empieza con este ejemplo, pero surfea por otros tantos como pueden ser las ecuaciones para encontrar pareja. Sobre el supuesto uso de los números aplicado a nuestras relaciones sociales también habla cuando se enfrenta al horóscopo y se lleva las manos a la cabeza ante quien intenta defenderlo usando la ciencia (confundiendo, o no, astronomía con astrología).

Por supuesto, también hace una parada en la numerología, a la que —seguramente por respeto a sus amadas matemáticas— no dedica demasiado de su tiempo ni del lector a desmentir. “Cae por su propio peso”, sentencia después de ironizar sobre algunas creencias sobre la “energía de los números”.

Alsina acompaña cada bulo desmentido con una moraleja, que se acaba convirtiendo en una suerte de consejo para el lector. Y también de advertencia para quienes puedan reproducir falacias sin saberlo y sin maldad. Entre ellos se encuentran, a veces, los medios de comunicación. El divulgador advierte a los periodistas de lo tendenciosos que pueden ser los datos en manos equivocadas.

Tomando algunas declaraciones de políticos —por ejemplo una antediluviana de Zapatero, en la que afirmaba que todas las comunidades recibirían aportaciones del Estado por encima de la media—, Alsina nos invita a estudiar los números. A ver que los gráficos, según quién los haga y con qué intención, tienen una pinta u otra. A sumar siempre los tantos por ciento para asegurarnos de que dan 100 —alerta, en más de una ocasión no lo hacen—.

En definitiva, Claudi Alsina nos invita a dudar, a pensar y a no asustarnos ante los números que, asegura, pueden hacernos la vida más fácil. El divulgador sabía guiar a quien le escuchara —o leyera— por esos senderos, haciendo que las matemáticas perdieran ese punto ininteligible que asusta a muchos. Y lo conseguía teniendo siempre un chiste o alguna ocurrencia en la recámara. Como esa que le lleva a empezar un libro sobre bulos citando a Bertín Osborne.