‘Tichestein’, ‘Xotrantr’, ‘Bruce Sprinter’: otros grandes éxitos de la feijóopedia perpetrados antes de ‘Anotop’

‘Tichestein’, ‘Xotrantr’, ‘Bruce Sprinter’: otros grandes éxitos de la feijóopedia perpetrados antes de ‘Anotop’

El lapsus del líder del PP en el Congreso es el último de una serie de confusiones de las que no se libran ni músicos, ni clásicos de la literatura… ni tampoco sus propios compañeros de partido

Sánchez ironiza tras un nuevo fiasco de Feijóo en la sesión de control: “Entre sus virtudes no está ser un buen parlamentario”

Tuvo que desvelarlo su equipo. Anatomía de un farsante era el título de esa hipotética serie sobre Pedro Sánchez que Feijóo se guardaba como golpe final para la sesión de control de este miércoles. Sobre el papel podía funcionar, pero la puesta en escena demostró que era una mala idea. “Se titulará Anotop… at… Perdón”. Antes de la disculpa, las carcajadas ya habían estallado en el hemiciclo mientras el líder del PP parecía interpretar uno de esos chistes de gangosos que hoy ya nadie le ríe a Arévalo. Para colmo, el micro ya estaba cerrado, así que sus callados esfuerzos por arreglar el desaguisado añadieron un aspecto vulnerable de pez que boquea fuera del agua. El aplauso mirando al vacío de Ester Muñoz, su vecina de escaño, y la recogida del presidente del Gobierno –“entre sus virtudes no está ser un buen parlamentario”– sólo supusieron la puntilla. Pero no ha sido el primero ni tiene pinta ser el último lapsus de un político que ya parece afrontar cada intervención pensando en el meme que acabará protagonizando.

No siempre fue así. Claro que Feijóo cometía esos deslices durante sus trece años como presidente de la Xunta –e incluso antes–, pero en Galicia quedaban para consumo interno, se mencionaban de pasada cuando no había más remedio o se ignoraban directamente, antes de que se convirtiesen en carne para los grupos de whatsapp de críticos y desafectos. Esas costumbres no se han perdido ni siquiera con la marcha a Madrid del presidente del PP. En mayo, Radio Galega, la emisora pública, eliminaba del corte de Feijóo el lapsus que protagonizó aquella sesión en el Congreso, el momento en el que pedía la dimisión del ministro José Manuel Albares “por haber puesto los intereses de España por encima de los intereses del partido socialista”.

Otras veces no fue posible borrarlo porque el lapsus era la propia noticia. Sucedió cuando anunció la Medalla Castelao –una de las mayores distinciones que otorga la Xunta– a “Carlos Núñez y The Ti-ches-tein”, leído sílaba a sílaba, un grupo que segundos después reducía a “Tich-tein”. En realidad, se refería a The Chieftains, la legendaria formación irlandesa que nunca más pudo ser conocida por su nombre real en Galicia. Llegó a popularizar vídeos y remixes como este particular Harlem Shake en el que participaban músicos de las bandas gallegas Familia Caamagno y Terbutalina.

Más recientemente –y de vuelta en casa–, convirtió a The Boss en un velocista cuando, intentado hacer un chiste sobre los medios que moviliza Pedro Sánchez, se refirió a Bruce Springsteen como Bruce Sprinter. Ante su fracaso con los músicos anglosajones, no es de extrañar que, si le preguntan, diga que su cantante favorito es Luís Eduardo Aute, de quien en tiempos contaba que le encantaba Al alba –ese himno sobre los últimos fusilamientos del franquismo– porque hablaba de “las cosas bonitas que se ven al amanecer”.

Catástrofe del Baralla y ‘Poemas gallegos’

La solemnidad del anuncio de una Medalla Castelao hizo imposible ocultar el trabalenguas de los Tichestein, pero otros, en lugares más discretos, siguen durmiendo el sueño de los justos. Uno de los que merecería haber tenido mayor visibilidad fue el que pronunció en un discurso plagado de referencias literarias, en el que convirtió Castroforte del Baralla, la ciudad protagonista de La saga/fuga de J.B., la novela de Torrente Ballester, en “Catástrofe de Baralla”.

En otra ocasión, pretendió afrancesar innecesariamente As crónicas do sochantre –seguramente, sorprendido por la palabra– y las convirtió, incluso impostando algo de acento, en “As crónicas do Xotrantr” (transcripción aproximada), olvidando que el cargo eclesiástico de ese cantor que protagonizaba los relatos de Álvaro Cunqueiro debe pronunciarse, según la Real Academia Galega, tal y como se escribe.

Los libros nunca han sido el fuerte de Feijóo. Desde su histórica confusión con el título de una de las obras más conocidas de Rosalía de Castro –“nuestro Quijote”, según el entonces presidente gallego– Cantares gallegos, que él convirtió en Poemas gallegos, hasta su más reciente alusión a que 1984, el clásico distópico de George Orwell, hacía referencia en su título, también, al año de su publicación. “¿Es un lapsus o incultura?”, le preguntó entonces Pedro Sánchez, en otra sesión de control como la de este miércoles.

Desde su marcha a Madrid son bien conocidos su problemas con la geografía, que lo llevaron a ubicar Huelva en el Mediterráneo o Cáceres en Andalucía, pero tampoco son una novedad, al igual que meter la pata cuando intenta aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid –algo que todavía no ha discutido–. Por ejemplo, allá por 2010, cuando se debatía la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, Feijóo aprovechó una exposición de Picasso en A Coruña para arrimar el ascua a su sardina: “Cuando se revisa la pinacoteca de Picasso se advierten bastantes asuntos de tauromaquia; no sé si era catalán, pero creo que sí”. Pues no, claro: el autor del Guernica había nacido en Málaga. Como tantos otros gambazos antiguos, este vivió una segunda vida con Feijóo en Génova.

Y un capítulo particular lo merecen sus confusiones a la hora de nombrar en público a personas que se supone que conoce o incluso con las que colabora. Quizá la primera en catarlo fuese la que era alcaldesa de Sanxenxo, Catalina González, a la que convirtió sin reparo en Carolina en su primera campaña como líder del PP gallego. Pero sería solo el inicio. Entre los más sonados, cuando convirtió en Gallardo a María Guardiola, la presidenta de Extremadura.

Quizá quien mejor haya sintetizado esa situación sea el actual conselleiro de Cultura de la Xunta, José López Campos, uno de los políticos más próximos a Alfonso Rueda. López, exjugador de baloncesto y con una altura por encima de los dos metros, era alcalde de A Estrada desde 2011, un tiempo durante el que Feijóo solía referirse a él como O Pequeno (El Pequeño). Detrás de lo que podía parecer un apelativo cariñoso, el alcalde siempre consideró que existía otra razón: “Yo creo que nos ponía motes porque no se acordaba de los nombres”, llegó a decir en una entrevista. Por cosas como esa, no sorprende que no llegase a conselleiro hasta que Feijóo se fue a Madrid.