El gasto familiar en educación se ha duplicado en una década: solo la etapa ‘gratuita’ cuesta 6.000 millones cada año
Los hogares gastan 28.000 millones de euros cada curso; la mayoría se dedica a cuestiones vinculadas con la teórica educación gratuita, aunque la partida que se ha disparado es la inversión en academias y clases particulares, que los acomodados usan para distinguirse y los humildes para no quedarse atrás
El auge de la universidad privada dispara los créditos para pagar los estudios
El gasto de las familias en educación se ha más que duplicado en apenas 12 años. Padres y madres destinaron un total de 27.806 millones de euros a bienes y servicios educativos durante el curso 2023-24, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), montante que en el 2011-12 era de 13.217 millones de euros.
Solo en la parte de la educación reglada (oficial) que corresponde a Primaria y la ESO, las etapas obligatorias y por tanto teóricamente gratuitas, los hogares gastaron 6.115 millones de euros aquel curso 23-24, últimos datos disponibles. Es una media de 1.261 y 1.104 euros por estudiante y año en cada etapa, respectivamente. Si se añaden el 2º ciclo de infantil (3-6 años) y el Bachillerato o su equivalente de FP, el grado medio (16-18) –etapas no obligatorias pero que cursa la inmensa mayoría del estudiantado– el gasto de las familias por la educación de sus hijos e hijas entre los tres y los 18 años sube hasta los 9.000 millones de euros, con más de 5.000 euros por estudiante durante todo el periplo educativo.
Excluyendo la universidad, que con las matrículas dispara el gasto hasta los 3.149 euros anuales, las edades más caras para las familias son las que están entre los 5 y los 9 años, con un gasto medio de 1.964 euros anuales por estudiante, y entre los 15 y los 19, cuando sube hasta los 2.414 euros por curso. Ambas franjas incluyen algún año de educación no obligatoria, pero que está universalizada y cubierta por la red pública, por lo que en teoría no hay gasto en matriculación.
Las familias destacan además que el desembolso depende mucho de la comunidad autónoma. “Un año más nos encontramos reivindicando más equiparación entre territorios, porque la igualdad de oportunidades no puede depender del código postal”, lamentó al principio de curso María Sánchez, presidenta de la asociación de AMPAs de la escuela pública Ceapa.
Sucede, por ejemplo, con el precio del comedor escolar: en La Rioja alcanza los 7,95 euros diarios por estudiante mientras en la Comunitat Valenciana está en 4,35 euros. En términos anuales, es una diferencia (3,6 euros al día) que alcanza los 600 euros anuales. También es un ejemplo este gasto de una partida que se podrían ahorrar las familias si el Estado decidiese hacerse cargo: la ONG Educo calcula que el coste de un comedor universal y gratuito sería de 6.196 millones de euros.
En muchos hogares humildes, y con una política de becas de comedor que deja fuera a más de un millón de niños en situación de pobreza, supone un esfuerzo notable pero a la vez inevitable, explica la ONG Educo: hay niños y niñas que la única comida caliente del día la realizan en el colegio.
Se dispara la educación no reglada
El gasto educativo, explica el INE a través de su encuesta sobre el gasto de los hogares en Educación, se divide entre el reglado y el no reglado. El primero corresponde a los estudios oficiales y comprende aspectos como las actividades extraescolares en los centros, sean de apoyo a la enseñanza o de ocio, los llamados servicios complementarios (comedores, residencias y transporte), bienes y servicios (libros de texto, uniformes) y actividades extraescolares de apoyo fuera del centro. Fuera de las etapas obligatorias (Primaria y Secundaria), también incluye las matrículas, gasto especialmente elevado en la universidad. Es un dinero que es difícil no gastar porque la mayor parte está asociado a los estudios.
Esta partida es la mayoría dentro del total del gasto en Educación. El montante total ha subido desde 2011 un 42%, pasando de 13.141.855 millones de euros a 18.628.310, con un gasto medio de 1.668 euros anuales por estudiante, con diferencias entre etapas: cuesta 1.390 euros en Infantil, baja ligeramente cuando desaparece el coste de matriculación (la oferta pública y gratuita entre los cero y seis años es limitada) en Primaria (1.261 euros al año) y Secundaria incluyendo Bachillerato (1.120) y se dispara en la educación superior, que con un gasto medio de 2.935 euros acapara casi la mitad de lo que gastan las familias en este apartado.
Pero la subida más fuerte está en la educación no reglada, que es básicamente la que incluye academias, profesores particulares y cursos diversos. Esta partida, con la que las familias buscan destacar (formativamente) sobre el resto o no quedarse atrás en función de dónde esté cada una, se ha disparado desde que el INE la registra. En curso 2011-12 el gasto total era de 375 millones, menos de 500 euros de media por estudiante. En el 2023-24 alcanza los 4.052 millones de euros, una subida del 980%. En este apartado aparecen las diferencias entre familias, según han detectado análisis específicos, en función de la renta: los ricos invierten fuera del circuito para diferenciarse, los humildes para no quedar muy atrás.
Gastar para diferenciarse… o para evitarlo
Las cifras son medias que ocultan las diferencias de gasto entre familias, pero no el hecho de que la educación, gratuita en sus etapas obligatorias (6-16 años) según el artículo 27 de la Constitución, cuesta dinero. Tampoco dice el INE para qué se usa ese dinero, más allá de las generalidades: material escolar, comedor, transporte, extraescolares o academias es lo más habitual. El estudio Educación en la sombra en España, elaborado por EsadeEcPol – Center for Economic Policy, abordó el asunto hace dos años y reveló que la presión por el rendimiento académico –para acceder a una plaza en la universidad o la FP, que cada vez están más caras– es transversal, aunque con matices entre clases.
De media el 47% de las familias con hijos en edad escolar recurre a las clases particulares, pero las más acomodadas lo hacen el doble (un 60%) que las más humildes (30%). El sector que se está convirtiendo en un bien de primera necesidad porque, refleja el informe, es un gasto que no baja ni siquiera cuando las cosas vienen mal dadas. Mientras en los últimos 16 años el gasto en restauración y comedores o vestido y calzado ha caído o se ha mantenido relativamente estable (en comida sí ha subido un 50%), el de clases particulares se ha multiplicado por 3,5 desde 2016.
En el “para qué” se utiliza ese dinero es donde aparecen las diferencias. De cada tres euros que se invierten en las clases particulares, dos se destinan a “ampliar y perfeccionar” y el otro a “reforzar y recuperar”. Las familias más pudientes, dice la estadística, tienden a dedicar estas clases a la enseñanza de idiomas o de disciplinas relacionadas con las artes; las menos favorecidas lo hacen para reforzar los contenidos curriculares que se dan en los centros educativos. A evitar repetir como fin último. Unos a distinguirse por arriba, otros a no hacerlo por abajo.
Uno de los autores, Juan Manuel Moreno, catedrático de Didáctica y Organización Escolar (UNED) y Senior Policy Fellow de Educación en EsadeEcPol, sostiene que “sin duda” las clases particulares son un factor de desigualdad. “Distinguen a los más ricos, la novedad es que las clases medias se están incorporando”, reflexiona.
Esta afirmación quizá coge forma en otro gasto sobrevenido en los últimos años: el pago de matrículas en la universidad privada ante el estancamiento de la oferta pública. Para mucha gente este gasto –que puede subir hasta los 20.000 euros anuales en el caso de los grados más demandados y experimentales, como los relacionados con las Ciencias de la Salud (Medicina es la reina en esta categoría)– excede sus posibilidades, de manera que tienen que recurrir al crédito. Desde 2020 los préstamos de bancos para gastos en Educación han subido un 60%, según Asufin (Asociación de Usuarios Financieros) y uno de cada siete créditos que se piden es para este fin.
Las familias humildes gastan más
El sistema de ayudas al estudio tampoco consigue evitar el gasto a las familias, según diversos informes, lo que provoca que, en términos relativos, los hogares más humildes gasten más del doble los más beneficiados económicamente. En cifras, los primeros destinan el 3% de su presupuesto anual a la educación de sus hijos o hijas, los segundos un 1%, según otro informe de EsadeEcPol. Como sucede con otras ayudas, explica este informe, las ayudas no llegan siempre a los hogares más desfavorecidos: “El sistema no cubre los gastos básicos de los hogares más vulnerables en las etapas de educación obligatoria y Bachillerato. (…) Solo cuatro de cada diez hogares con menor poder adquisitivo reciben alguna beca”, se lee en el texto.