¿Quién dijo miedo?
En las páginas de ‘Cambio 16’ me inspiro para reivindicar un tiempo y una manera de hacer periodismo, un estilo con el aroma penetrante de la democracia, sin concesiones a la extrema derecha
OPINIÓN – En el AVE con el fiscal
“VUELVEN”, así rezaba la portada de Cambio 16. Era abril de 1973. “En Alemania se ponen de moda los libros sobre Hitler; en Italia, los fascistas salen a la calle brazo en alto”… Un mes antes, nacía en España la CEDADE, que terminaba su presentación pública con vítores a Hitler y Mussolini. Esto ocurría treinta años después de la derrota de los unos y los otros, fascistas y nazis, en plena Europa y en España, durante el tardofranquismo. Nada nuevo bajo el sol de hoy mismo. Quizá no se hayan ido nunca, sugiere la exposición conmemorativa de la revista.
He tenido el honor y la suerte de visitar esa exposición sobre la historia de Cambio 16, De la dictadura a la democracia. Merece la pena verla y más, pensarla. Estuve en Manzanares con una compañía de excepción, el gran periodista demócrata Román Orozco, comisario hoy, protagonista de entonces. Espero que recorra todo el Estado.
En sus páginas me inspiro para reivindicar un tiempo y una manera de hacer periodismo, un estilo con el aroma penetrante de la democracia, sin concesiones a la extrema derecha, sea el franquismo o cualquiera de las maneras de las que se manifiesta el fascismo eterno, el enemigo letal de la democracia. Cada tiempo tiene su propio fascismo, escribió Primo Levi.
Hoy también se escuchan llantos y se escriben y conferencian reflexiones laudatorias, revisiones históricas, justificaciones exculpatorias y ofendidas sobre aquel periodo siniestro
Recogía aquel año de 1973 el auge —otra vez, como ahora— de los enemigos de la democracia en Europa; el fascismo siempre vuelve es solo una herramienta cíclica de los antidemócratas, no siempre ocultos; y los avisos preventivos en España, cuando el dictador estaba moribundo, pero el franquismo muy vivo, se preparaba para su gran ceremonia de travestismo.
Otra demostración de esa resistencia, y pareja persecución implacable contra la democracia, era reseñada por Cambio 16, apenas un año después: el Gironazo. Contaban aquellos valientes —amenazados, pero nunca intimidados por la censura, a la que respondían con inteligencia— que Girón de Velasco, ministro de Franco, “el León de Fuengirola, estaba herido porque tibios aires de libertad recorrían los quioscos, donde se ofende el Régimen del 18 de julio”. Pero ¿quién dijo miedo? Hoy también se escuchan llantos y se escriben y conferencian reflexiones laudatorias, revisiones históricas, justificaciones exculpatorias y ofendidas sobre aquel periodo siniestro.
Para los que añoran aquellos tiempos y para los jóvenes que no saben lo que era su vivir cotidiano, otra brillante información: el número de allá por octubre de 1973 —el acuerdo preferencial de España con la CEE es de 1970— se dolía de la noticia, un jarro de agua fría para los demócratas: el canciller alemán, Billy Brandt, sostenía que no podríamos entrar en Europa hasta dentro de una generación.
Ese era el régimen franquista que aún hoy algunos pretenden blanquear y añoran, y que un expresidente, José María Aznar, no condena por no sé qué del franquista de su padre
Por su parte, Sicco L. Mansholt, expresidente de las Comunidades Europeas, un gran federalista europeo que dio la señal de partida para una verdadera agricultura común, afirmaba en una entrevista concedida que “España solo podría entrar si era una democracia…”. Unos meses antes, el ministro alemán de Exteriores declaraba, también se hacía eco la revista, que “España no reúne los criterios democráticos que permitan su adhesión”.
En círculos menos diplomáticos se insistía en que un régimen fascista no tenía sitio en las Comunidades Europeas. Más suave, Cambio 16 argumentaba “razones políticas”. Ese era el panorama, ese era el régimen franquista que aún hoy algunos pretenden blanquear, elogiar, y añoran, y que un expresidente, José María Aznar, no condena por no sé qué del franquista de su padre.
Violencia, mucha violencia, dura resistencia del franquismo profundo, mucha, pero ahí estaban esos osados periodistas demócratas, contra la violencia, la represión, la censura, los pasos atrás, por la conquista de las libertades, contra las amenazas, las bombas… ni una sola alfombra roja —ni un plató, diríamos hoy— a la extrema derecha, todas para la libertad.
Épica, sí, la que nos permite reencontrarnos y reconocernos entre nosotros, recuperar memoria y músculo, y la que debe permitir emitir señales para atraer a los más jóvenes porque el peligro de la involución es real. Por eso, hoy como ayer, como Cambio16, rendirse no es una opción. Gracias, muchas gracias, queridos patriotas.