Lecciones en la respuesta global al Sida

Lecciones en la respuesta global al Sida

Una nueva herramienta tiene la capacidad de cambiar el curso de la epidemia. El lenacapavir, un medicamento de acción prolongada que requiere solo una inyección cada seis meses, es fundamental para prevenir y tratar nuevas infecciones por VIH

La pandemia del VIH en los años 80 y 90 marcó el origen de lo que conocemos como salud global. Las consecuencias económicas y sociales del virus, las movilizaciones por un acceso equitativo a los tratamientos y las protestas contra las normas de comercio internacional impulsaron una movilización histórica de la financiación para el desarrollo. El auge de la colaboración sanitaria internacional público-privada para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio facilitó la creación de organizaciones de salud global como Unitaid, el Fondo Mundial para la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria o el programa PEPFAR. Esta etapa de cooperación sin precedentes ha logrado importantes avances en el aseguramiento del derecho a la salud.

Veinticinco años después, el mundo ha cambiado. Aunque el VIH ya no debería ser una sentencia de muerte, más de nueve millones de personas siguen sin acceso a tratamiento. Los recortes a la ayuda al desarrollo amenazan con revertir décadas de progreso en esta y otras enfermedades que continúan asolando a los países de ingresos medios y bajos. A esto se suma un clima internacional en el que crece la desconfianza y el rechazo hacia el multilateralismo. En buena parte de Occidente cobran fuerza discursos que cuestionan los derechos humanos y promueven la idea de que la salud es una responsabilidad limitada a las fronteras nacionales. En el Sur Global, las desigualdades en el acceso a las vacunas contra la Covid-19 han acrecentado el rechazo a un sistema que se percibe como una extensión del poder occidental, impulsando iniciativas de ámbito local y regional para el desarrollo sanitario, científico e industrial.

Sin embargo, una nueva herramienta tiene la capacidad de cambiar el curso de la epidemia. El lenacapavir, un medicamento de acción prolongada que requiere solo una inyección cada seis meses, es fundamental para prevenir y tratar nuevas infecciones por VIH. Su potencial es enorme, pero solo si llega a quienes lo necesitan; y ese acceso está en cuestión con un precio de partida que, en países de ingresos altos, se encuentra en torno a los 28.000 dólares por paciente al año en su uso como profilaxis preexposición (PrEP).

El pasado septiembre, Unitaid, una organización asociada a la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto a la Iniciativa Clinton para el Acceso a la Salud (CHAI, por sus siglas en inglés) y el instituto de investigación sudafricano Wits RHI, firmó un acuerdo con el productor de medicamentos indio Dr. Reddy para comercializar lenacapavir a 40 dólares por paciente al año. Este paso es clave para ampliar el acceso a este medicamento para la prevención del VIH y nos muestra algunas de las lecciones aprendidas de las últimas décadas en salud global.

La primera es que el acceso a tratamientos vitales no solo depende de la innovación, sino también de factores comerciales e industriales. El acuerdo de lenacapavir muestra que los actores de salud global pueden moldear el mercado para aumentar la capacidad de producción global a precios asequibles y asegurar una demanda más estable.

La segunda lección es que la coordinación y cooperación entre los actores del sistema de salud global es esencial. En este caso, los acuerdos de producción a bajo coste firmados por Unitaid y la Fundación Gates facilitan que el medicamento sea más asequible. La OMS, al fijar estándares técnicos y regulatorios, crea las condiciones necesarias para que mecanismos como el Fondo Mundial o PEPFAR puedan realizar acuerdos de compra, agregando demanda y facilitando el acceso a países con menor capacidad de compra por sí mismos. Los gobiernos de varios países de ingresos medios trabajan para la integración del lenacapavir en sus sistemas de salud de manera rápida y eficaz, y la sociedad civil ejerce presión para que las promesas se cumplan.

Unitaid trabaja con estos actores a través de acuerdos de colaboración, financiación o en espacios de coordinación. Además del convenio de producción, ha financiado y aprovechado evidencia generada por instituciones académicas y organizaciones de la sociedad civil para contribuir a la reducción del precio. La organización también promueve la fabricación regional de productos esenciales para la salud y la transferencia de capacidades industriales para facilitar el acceso y reducir la dependencia de mercados externos. También apoya a los sistemas sanitarios en la integración temprana de nuevos tratamientos y financia el programa de precalificación de la OMS, clave para garantizar la calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos y acelerar el acceso.

Finalmente, acuerdos como el de lenacapavir muestran que todos ganamos con la cooperación en salud. Los países de mayores ingresos contribuyen a reducir la carga mundial de enfermedad, pero también se benefician del conocimiento generado en otros contextos. Saber que el lenacapavir puede comercializarse de manera sostenible a unas decenas de dólares al año ayuda a tomar decisiones informadas sobre la fijación del precio en los países de ingresos altos. Al mismo tiempo, agencias regulatorias y pacientes de todo el mundo se beneficiarán también de la evidencia generada en los ensayos clínicos, muchos de ellos en países de ingresos medios y bajos.

España aplica estos aprendizajes en su acción en salud global. El Ministerio de Sanidad promueve la acción interministerial con herramientas como la Estrategia de la Industria Farmacéutica –junto con los ministerios de Hacienda, Industria, Economía y Ciencia–, o la Estrategia Española de Salud Global, elaborada conjuntamente con el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. La primera incluye una visión de salud global en la fijación de prioridades y la colaboración público-privada; la segunda sitúa la equidad y la cooperación entre iguales en el centro. También apuesta por mejorar la transparencia en los precios de los medicamentos, lo que influye directamente en su asequibilidad dentro y fuera del país; y continúa incrementando la financiación a organizaciones de salud global en un contexto internacional desfavorable. Finalmente, el Gobierno está impulsando la colaboración regional para reforzar los procesos regulatorios en América Latina y avanzar en la producción regional en la región.

En un momento en el que los principios que han sostenido la salud global están siendo erosionados, el trabajo de instituciones internacionales como Unitaid y de gobiernos como el de España demuestra que la cooperación internacional sigue siendo una estrategia de futuro para construir un mundo más sano y justo, una idea que cobra especial sentido en este Día Mundial del Sida.