Todos, todos, con un ataque de nervios

Todos, todos, con un ataque de nervios

Apenas 48 horas antes del aquelarre de Debod, bello lugar evocador de faraones y momias, el mismo Feijóo que fungía de verdugo de separatistas en aquel diciembre de hace dos años, se postraba de hinojos ante los empresarios catalanes para pedirles, como un desarrapado mendigo, una limosnita

Un poquito de memoria, que pareciera que una nube negra nos hubiera borrado de la caja de los sesos todo lo que ha sucedido en el mundo, y sobre todo en España, en los últimos años. Exactamente el domingo 3 de diciembre de 2023, el Partido Popular, con Núñez Feijóo y la polímata Isabel Díaz-Ayuso en el frontis, reunía en la plaza de Debod madrileña a miles y miles de ciudadanos para protestar, fíjense qué cosas tan extraordinarias ocurrían hace solo dos años, contra la amnistía a los líderes catalanes del procés. Anteayer, mismo escenario, misma cabecera de la concentración, mismas banderas y quizá mismos manifestantes, pero ahora, hay que ver qué cosas, ya no es contra la amnistía, allá arrinconada, que mejor no nos mencionen a la bicha.

Porque aquello, como la aplicación del artículo 155, como los mamporros de la policía en las calles de Barcelona, el encarnizamiento judicial, jaleado hasta el éxtasis por los dirigentes del PP y los insultos -gruesos, brutales, zafios- a los Puigdemont, Junqueras y demás ralea, peste de independentistas que querían romper nuestra sagrada España, esta España mía, esta España nuestra. A la cárcel con ellos, métanlos en la celda y tiren la llave, clamaban aquellas gargantas enrojecidas por el ardor guerrero provocado por una dirección del PP con sangre en los colmillos confiados en que aquello – ¡qué traición tan horrenda! – acabaría con la tiranía insoportable de Pedro Sánchez. Anteayer, en la manifestación, también lucían palmito en primera fila Mariano Rajoy, el mismo incompetente que no supo qué hacer en aquel 2017, o el justiciero Aznar, el de que quien pueda hacer que haga. Que ya se sabe que “lucharemos todos juntos, todos juntos en unión, defendiendo la bandera de la santa tradición” (Oriamendi) (1). Con nuestros camaradas de Vox, como ya veremos más adelante. 

La gracia de la cosa viene dada porque justo la semana pasada, apenas 48 horas antes del aquelarre de Debod, bello lugar evocador de faraones y momias, el mismo Feijóo que fungía de verdugo de separatistas en aquel diciembre de hace dos años, se postraba de hinojos ante los empresarios catalanes para pedirles, como un desarrapado mendigo, una limosnita, por amor de dios, sean buenos y digan a Puigdemont y demás señores honorabilísimos -cuán noble es su aspiración a la independencia- que me presten unos cuantos votos, pelillos a la mar, que aquello que dije de ponerles cadenas y otras gracias semejantes solo eran unas bromas simpáticas, que a veces se nos va la mano en eso del humor negro. ¿Dicen ustedes que fue una imagen patética, el pretendido gran líder de todas las Españas arrastrándose por las moquetas ante quienes ha insultado y ellos han hecho lo propio con él? Pues aciertan. 

Hay que ver qué cosas se dijeron el domingo. Reúnes a unos miles de tus chicos y chicas de entre tus fervientes admiradores y se te desatan los más bajos instintos ante los micrófonos. La mejor, como casi siempre, fue la reina del vermú, la máxima vedete del circo de Manolita Chen, plumas van y vienen. Desatada, volvió a sacar a pasear a ETA, uno de sus clásicos. “Sabemos”, dijo, que “ETA está preparando su asalto al País Vasco y a Navarra, mientras sostiene a Pedro Sánchez. Que me digan que es mentira”, nos ha retado la susodicha. Nos abstendremos de responder, que ya se sabe que a ciertas personas siempre hay que darles la razón, so pena de que se les altere el precario equilibrio emocional.

Decíamos del tándem PP-Vox. Ni duden del pacto de sangre porque ya lo han demostrado una y otra vez, la penúltima en Valencia y la última con el secretario general del PP, el siempre comedido Miguel Tellado llamando a Vox a que acudiera a la manifestación. Recuerden: “Formaré, junto a mis compañeros, que hacen guardia sobre los luceros, impasible el ademán, y están presentes en nuestro afán” (Cara al sol) (2). Van juntos e irán juntos, porque Feijóo-Anotop ya ha abandonado la loca idea, quizá producto de un bello sueño de una noche de verano, de obtener mayoría absoluta. La realidad es dura y dado, además, que su nefasta política de oposición desmedida y extremista al Gobierno de Sánchez solo ha hecho que engordar a Abascal, ahora se encuentra nuestro amigo con que no tiene otra salida que ceder hasta el sonrojo con Vox para conseguir el poder. Lo hemos visto con Pérez Llorca y lo vamos a ver con Guardiola, a la que doblarán la apuesta y exigirán condiciones aún más ultras a cambio de su apoyo para regir como presidenta. A la postre, ni uno ni otra harán cosa distinta de lo que les dicten los chicos de Vox, quienes de hecho y por la puerta de atrás, van a gobernar en Valencia y Extremadura. Juan Francisco, salta, María, olvídate de la Memoria Histórica, Juan Francisco insulta a los científicos, Juan Francisco y María comeros la violencia machista, que los hombres sufren mucho. 

Y ya que hablamos de elecciones, convendría otear las posibilidades actuales de los socialistas y echarnos alguna pensada sobre el adelanto, o no, de la llamada a las urnas para las generales. Insiste Pedro Sánchez en que aguantará hasta 2027, pero la realidad aprieta y todo son desgracias en la viña del señor. Los árboles, gigantescos, inconmensurables, como esos ficus del Mora de Cádiz, de Ábalos y Cerdán, con la gruesa rama de Koldo, apenas si dejan ver el bosque. Pero si logras entreverlo, también aparece tétrico y lleno de peligros, cual umbría y riesgosa arboleda de Stephen King. Así que echas mano de la reserva de optimismo, venceremos, que los buenos no podemos perder, nos decimos en las horas de insomnio, pero todavía es peor cuando en esas negruras, en lugar de contar corderitos, te pones a contar escaños.  

Nos cegamos con los siete votos de Junts. Porque ahora ya estamos en otro nivel, no en el de aprobar unos Presupuestos o sacar a garrotazos tal o cual ley, sino que ya nos enfrentamos a poder formar, tras las elecciones, ahora o cuando sean, otra mayoría de gobierno. Porque ahí, en la tómbola de Junts, das a la rueda y lo mismo te sale cárcel que adelanta veinte casillas, no está el mayor problema de Sánchez. Cree el Ojo que el drama se encalla a la izquierda del PSOE y más concretamente en esa madeja Sumar-Podemos. Y, pesaroso, ve con cara de palo que por ahí las cosas no avanzan, que más bien el lío se agranda y el futuro, ay, se muestra cual negro puro de las modernísimas pantallas de televisión de esa marca surcoreana tan publicitada que ustedes conocen.

Rápido repaso, solo para refrescar las ideas, que estos cálculos cuando no hay elecciones convocadas, y por mucho que se desgañite Feijóo-Anotop aún no lo están, sirven de muy poco, como las encuestas de esos especialistas que siempre se dan de bruces con una tozuda realidad que les ignora. El PSOE obtuvo 120 diputados en 2023, y el PP, 137. Vox, 33, y Sumar (incluido entonces Podemos), 26. O sea, Sánchez pudo formar gobierno gracias a los votos añadidos de PNV (5), Esquerra (7), Bildu (6) y Junts (7). Basta con ver esas cifras para entender que el grueso de los apoyos al PSOE se los brindó Sumar, con 26. ¿Es evidente y clarito como el agua clara que si ese bloque, juntos o por separado, se desmorona, digamos hasta los 10 o 15 escaños, no hay posibilidad alguna de reeditar el pacto de entonces con ciertas garantías? Se necesita un bloque de verdad en el ala izquierda, no un ladrillito de adobe, bello e incontaminado, para enfrentar unas elecciones con ciertas posibilidades de éxito ¿No parece obvio que los vasos comunicantes del PP y Vox, que por mucho que baje el primero, subirá el segundo, tiene en la palma de la mano alcanzar los 166 diputados que le den la mayoría, hoy en 160, más algunos sueltos, digamos UPN y seguramente los canarios?

Ya, bien sabe el Ojo que estas cosas las conoce hasta Abundio, aquel que se fue a vendimiar y se llevó uvas para el postre. Pero parece que las brillantes mentes que se albergan en las cabezas de los dirigentes de las izquierdas patrias, más rojos que nadie, siempre dispuestos a asaltar los cielos, que por los infiernos ya han pasado, se resisten a entender que dos más dos son cuatro. Lo diga Díaz o lo diga Belarra. 

Así que quienes abogan porque es mejor apostar por unas elecciones ahora, porque quizá lo peor esté por llegar, deben ver con mirada transparente que hoy tenemos como panorama global esas cifras que hemos repasado, junto a la juristocracia en su apogeo ofensivo, y a Ábalos, a Koldo y a Cerdán en posición francamente impúdica. Ustedes dirán. Todo es empeorable, que decía un amigo gallego del Ojo, pero la vida tendría que trabajar muy duramente para obtener ese empeoramiento, que menuda la que tenemos hoy.

Y ahora, además, la peste porcina. Nos falta el meteorito. Miren para arriba, por si acaso.

Adenda. ¡Qué risa! A varios dirigentes europeos, Francia, Alemania, Bélgica o Dinamarca les ha dado por resucitar, alehop, el servicio militar obligatorio, aquí conocido como la mili, que el señor la tenga en su gloria. Qué tipos estos. En lugar de buscar trabajo, formación y vivienda para esos jóvenes, les embuten un uniforme, les ponen un fusil en la mano y hala, ya dejan de darnos problemas durante algún tiempo. Y los señores de la derecha rampante que ahora avanza por Europa como una negra tela de araña, encantados de la vida, qué mejor para ellos que unos jóvenes aguerridos se pasen un tiempo dando besos a la bandera y gritando consignas patrióticas, que servir a la patria, “soy un hombre a quien la suerte hirió con zarpa de fiera, soy un novio de la muerte que va a unirse en lazo fuerte con tal leal compañera” (Canción de la Legión española) (3), no tiene precio.    

Dicen los desahogados que es por si nos ataca Putin y los rusos arrasan la torre Eiffel y el Museo del Prado. Macron, por ejemplo, será inteligentísimo, pero nosotros no somos estúpidos. O no tanto.

(1), (2) y (3), sentido homenaje del Ojo a los 50 años de la muerte de Francisco Franco.