Ana Penyas, dibujante: “A veces la cultura se ensimisma con los problemas de una clase media cada vez más destruida”

Ana Penyas, dibujante: “A veces la cultura se ensimisma con los problemas de una clase media cada vez más destruida”

La ganadora del Premio Nacional en 2018 regresa al cómic con ‘En vela’, un ensayo gráfico sobre el insomnio que es también una reflexión sobre los problemas y la precariedad de la sociedad

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En España cada vez nos cuesta más conciliar el sueño. Es la conclusión de múltiples estudios científicos, como el que publicó en 2024 la Sociedad Española de Neurología, que indicaba que hasta el 40% de la población adulta tiene síntomas de insomnio, mientras que un 14% tiene insomnio crónico. Las causas no son solo médicas, sino que tienen que ver con las condiciones de vida, la situación económica y laboral y la incertidumbre acerca de cómo vamos a solucionar nuestros problemas. El interés por todas estas causas, que apuntan al propio sistema capitalista, fue lo que motivó a la ilustradora y dibujante de cómics Ana Penyas (Valencia, 1987) en su último trabajo, En vela (Salamandra Graphic), un ensayo gráfico y narrativo en el que explora las vidas de varias personas atravesadas por los problemas para descansar por las noches.  

Para Ana Penyas, el enfoque sociológico ha sido una constante desde su celebrado debut, Estamos todas bien (2017), un libro en el que narraba las vidas de sus dos abuelas, que lleva ya más de diez ediciones y que fue merecedor del Premio Nacional de Cómic. Su segunda obra fue Todo bajo el sol (2021), una panorámica sobre el proceso de gentrificación y turistificación en el Levante, en el que se manifestaba una mirada crítica y activista que también estaría muy presente en su siguiente proyecto, la exposición del IVAM, en Valencia, En una casa. Genealogía del trabajo en el hogar y los cuidados (2022-2023), en colaboración con la antropóloga Alba Herrero Garcés. 

En su tercer cómic, la autora mantiene el espíritu reivindicativo y aborda las causas sistémicas de los problemas de sueño que, como una epidemia silenciosa, afectan a cada vez más gente. Y lo hace a través de las experiencias cruzadas de una joven con un contrato de prácticas, una familia de clase media, un hombre sin hogar, un rider y un trabajador en un almacén, entre otros. 

¿Cuál es el origen del proyecto, cómo se interesa por esta temática y empieza a investigarla? 

Hace dos años y medio, estaba buscando tema para un nuevo cómic, después de haber hecho la exposición en el IVAM. Y me di cuenta de que la gente estaba hablando cada vez más de sus problemas de sueño. Yo mismo nunca he dormido demasiado bien, aunque no sea una insomne crónica. Pero sé lo que es que no te apetezca que llegue la noche y desear que sea ya mañana. Y creo que hay una conversación abierta en torno a esto, de cómo se duerme peor, cómo se dispara el consumo de ansiolíticos… Se está convirtiendo en algo cotidiano, con gente en situaciones dramáticas, enganchada, o trapicheando. También me influyó la relectura de El año que tampoco hicimos la revolución (2007) del Colectivo Todoazen, que habla de una época muy concreta, el 2005, desde el collage, de una forma coral. Yo quería hacer eso. Y enseguida me vino la estructura de seis noches y un día para vertebrar la obra. 


Viñetas de ‘En vela’, el cómic de Ana Penyas

Dentro de esa coralidad, se representa una amplia variedad de clases sociales. Usted muestra que este problema es transversal, que atraviesa cuestiones de clase, género, etnia… 

Eso parte de mi manera de ver las cosas. Creo que a veces la cultura se queda ensimismada en los problemas de la clase media, cada vez más destruida. Tenía claro desde el principio el enfoque, porque yo me relaciono con todo tipo de gente, y estas cuestiones las había comentado con personas que están en situación de pobreza. Tengo una amiga que trabaja con personas sin hogar, y me habla de la cantidad de pastillas que se toma la gente que vive en la calle para dormir. A partir de todo eso, fui buscando los perfiles para mis personajes. 

¿Cree que puede haber una cierta burbuja en las profesiones creativas? En los cómics, se habla mucho de la precariedad de gente que se dedica a ellas, que es freelance, trabaja en casa y lidia con encargos. Pero no suelen verse los problemas de la gente sin hogar, o de la que trabaja limpiando, o en una cadena de montaje. 

Creo que el cómic recurre mucho a la experiencia personal y eso hace que esté sobrerrepresentada la precariedad de nosotras mismas, mientras que otros perfiles están infrarrepresentados o incluso no se representan en absoluto. Creo que, en general, la cultura adolece de esto. Y también creo que hay un cierto miedo a hablar de los demás, de lo que uno no conoce de primera mano. Yo quería romper con ese miedo, desde el respeto y desde la escucha, por supuesto. Pero me interesa entender al otro, porque, al final, la sociedad la conformamos todas.  

En En vela sí aparece una persona que se dedica al diseño como freelance 

Esa fue el personaje que me resultó más fácil, claro. 

Hay un cierto miedo a hablar de los demás, de lo que uno no conoce de primera mano. Yo quería romper con ese miedo, desde el respeto y desde la escucha, por supuesto

Ana Penyas
Dibujante

Pero está presente como parte de un crisol de una serie de realidades que, al final, acaban teniendo un problema muy similar con la falta de sueño. 

Saco mucha información de los círculos en los que yo me muevo, de gente muy militante. Y también del trabajo previo que hice sobre trabajadoras del hogar y cuidados para la exposición. En ella me atreví a salir de un terreno conocido, a través de las entrevistas con otras personas. Creo que cogí cierta seguridad, intentando ser coherente y teniendo siempre cuidado. 

Otra cosa muy importante en toda su obra en general y en este cómic en particular es la estética. Creo que va a contracorriente, no es una estética “bonita” o agradable, sino que hay una representación de lo feo, los personajes son muy reales, de la calle. Una investigadora especializada en cómic, Hillary Chute, escribió que la elección del estilo de dibujo es una elección política. ¿Está de acuerdo con esto? 

Sí, lo veo igual. Es un camino que elegí a conciencia desde mis inicios profesionales. Yo veía que había una sobrerrepresentación de gente guapa, y que desaparecían los cuerpos gordos, la gente racializada, la gente mayor, o se dulcificaba mucho su representación. Desaparece todo lo que yo me encuentro cuando salgo a la calle. Mi estilo es una manera de representar lo que conozco; ni siquiera lo fuerzo. Bajo al súper y me fijo en las caras de la gente, en la ropa que lleva, en el cansancio de sus ojeras. También juego a veces a lo grotesco, claro. Pero no creo que esté distorsionando la realidad; me parece que está más distorsionada esa estilización de la que hablamos. 

Hoy proliferan los estilos de dibujo en obras autobiográficas o sociales muy cuquis, dibujando a personas adultas de forma “mona”. ¿Cree que esto tiene una implicación en lo que se está contando? 

Yo creo que toda estética tiene un mensaje. Realmente no se pueden disociar. Creo que hay una cierta estética de lo cuqui que funciona para mucha gente como un refugio, algo que me parece muy lícito. Pero creo que a veces falta cierta reflexión estética. Y luego siempre hay tendencias de moda, claro. Yo tomé ciertas decisiones cuando estudiaba Bellas Artes, al ver que, en el campo de la ilustración, había mucha dulcificación. Enseguida sentí la necesidad de salir de ahí. 


Cubierta de ‘En vela’, de Ana Penyas

¿Qué papel juega en todo esto su uso del collage? He tenido la sensación de que lo utiliza más que en obras anteriores. 

Pues diría que puede que tenga algo menos de collage fotográfico con respecto a Todo bajo el sol, tiene más dibujo. Pero puede ser que al mezclar diferentes estilos el aspecto general sea muy de collage. La obra me pedía esto al haber diferentes personajes, partes históricas, las partes imaginadas u oníricas… Da esa imagen fragmentada y de copia-pega. 

Creo que esto es coherente con la idea de que el problema de la falta de sueño es multicausal. Y que, en última instancia, tal y como muestra, todo viene del sistema capitalista. 

El insomnio fue la excusa para hablar de ese malestar. Cuando empecé a investigar, vi que había casos que eran estrictamente médicos, pero eso no me interesaba tanto para esta obra. Yo quería hablar de qué es lo que no está quitando el sueño, por eso necesitaba lo coral, para hablar de muchos temas, de los tipos de trabajo, de la carga de los cuidados, de las violencias, de la parte más psicoanalítica… 

Uno de los problemas que se aprecian en En vela es que en las generaciones anteriores había gente que vivía para trabajar, pero, al menos, vivía, mientras que la gente joven trabaja todo el día y no le llega para vivir. Se ve en la historia de la ilustradora freelance o en la del rider. 

Sí, quería mostrar los tipos de trabajo que tiene la gente joven, que ya no tiene horarios, no se puede organizar vitalmente y está todo el rato con el agua al cuello. Pero también quería mostrar ocupaciones más estables, porque no toda la gente que tiene insomnio tiene trabajos precarios. Entrevisté a gente con buenas condiciones materiales, que rumia por la noche cosas diferentes. Por supuesto, luego está la biografía de cada cual. Por ejemplo, la carta que se escribe a sí misma una de las mujeres que aparecen en la obra, intentando entender su insomnio, es real, me la cedió su autora. Aunque, efectivamente, la obra se centra más en el mundo del trabajo y en el sistema capitalista. 

También aparecen las redes sociales y el móvil como elementos disruptores. ¿Qué papel cree que juegan en los problemas de insomnio y ansiedad? 

Un papel importante, desde luego. Por ejemplo, para construir al personaje del rider, un chico joven racializado, dado que no pude entrevistar a ninguno, me creé un perfil de TikTok filtrándolo lo máximo posible para engañar al algoritmo y hacerme pasar por un chico de su edad, y flipé, porque todo lo que me salía era un bombardeo tremendo, un consumo bulímico de imágenes y vídeos de mensajes horribles. Luego también trato la distorsión de la realidad que se da en Instagram, donde mucha gente intenta dar una imagen feliz y aparentar que todo está bien. Pero, ya en general, el mero hecho de estar con la luz del móvil antes de dormir no es bueno para evitar el insomnio. Aunque tengo que decir que las redes también me han permitido obtener mucha información, porque hay gente que cuenta su día a día en vídeos que me han servido de documentación. 

¿Cómo se planteó representar cuestiones que no tienen una realidad física, como la ansiedad o el mismo insomnio? 

Ha sido muy difícil, la verdad. Es el cómic que más he sufrido gráficamente. Había que darle muchas vueltas a cómo representar todo. Yo no sé cómo fluyen los pensamientos en las cabezas de la gente; solo cómo lo hacen los míos. Intentar traducir esos pensamientos a imágenes y palabras no es sencillo. Ha sido un reto. He necesitado mucha documentación, también ha habido lecturas muy sugerentes que me llevaban a ciertas soluciones… pero no ha sido algo fluido, he retocado mucho. Creo que hay que reflexionar sobre cómo representamos las cosas, pero es cierto que yo tengo la suerte de poder trabajar con tiempo, sin prisas. Puedo ajustar mis fechas de entrega y hacer una obra cada dos años y medio, aunque tenga que compaginar con otros trabajos. Pero eso me permite detenerme en esa reflexión.