‘Rage bait’ o la audiencia a cualquier precio

‘Rage bait’ o la audiencia a cualquier precio

La palabra que Oxford ha elegido como la más destacada del 2025 describe la táctica usada en redes para incitar la ira entre los usuarios y es la que mejor resume “el perfecto caos de este año”

‘Rage bait’, elegida palabra del año en 2025 por el diccionario de Oxford

La Oxford University Press reveló este domingo cuál es la palabra que ha escogido para este 2025: ‘rage bait’, cuya traducción sería algo parecido a “cultivo de la ira” o “cebo de ira”. Es una estrategia que va más allá del ‘clickbait’, la búsqueda de la audiencia a menudo en detrimento de la calidad o el rigor. De lo que se trata en este caso es de una táctica que pretende lo mismo pero a base de despertar la indignación, la ira, de los usuarios. Es fácil: a más cabreo, más interacciones.

“Es un resumen perfecto del caos de 2025”, argumentan desde la editorial de la conocida universidad inglesa. Un caos que es provocado y que responde a intereses de las grandes plataformas y de aquellos que con los mensajes negativos, semilla a menudo de los de odio, ganan votos y, al igual que las plataformas, dinero.

¿Lo que pasa en las redes se queda en las redes? Pues lamentablemente ya no. Eso es algo que la Oxford University Press también señala a la hora de explicar por qué tras una votación y las valoraciones de sus expertos en lenguaje se ha optado por esta palabra: “Fuera de internet, este fenómeno también empieza a marcar de forma importante las conversaciones sobre política, identidad y desinformación”.

Las redes no han hecho más que multiplicar un comportamiento que es intrínseco a la conducta humana, tal y como la filosofía ha estudiado desde la antigua Grecia. En ‘El poder de las palabras’ (Ed. Carpe Noctem), una recopilación de textos de Simone Weil escritos entre 1936 y 1938, la pensadora francesa señalaba que “levantar en general el nivel intelectual favorecería los esfuerzos de clarificación para desinflar las pretendidas causas de los conflictos”. Weil ya hablaba de “reformar los métodos de enseñanza y divulgación científica”. Ahora le llamamos “alfabetización mediática”, pero no es tan distinto.

Enseñar a hacerse preguntas, sobre todo las incómodas, las que cuestionan nuestra ideología o nos enfrentan a nuestras contradicciones, a saber diferenciar entre fuentes de información fiables de las que no lo son, a entender la importancia de los matices, a estar dispuesto a reconocer un error y, a poder ser, rectificarlo. Puede parecer fácil pero es muy difícil. El algoritmo juega en contra de los buenos propósitos.

Ojalá la palabra del año pudiese ser ‘duda’. Entendida como el principio aristotélico que invita a reflexionar a tiempo, no como los que ahora con las redes como canal prioritario esparcen teorías conspiranoicas para cuestionar avances de la medicina o certezas científicas. 

La llamada era de la posverdad, una idea algo reduccionista de lo que está pasando, necesita de una ciudadanía crítica aunque para ello habría que desandar una parte del camino que ya es imposible corregir. Se trataría de recuperar esas “líneas de resistencia” de Umberto Eco para que la realidad, si quieren llámenla verdad, no pueda ser interpretada hasta convertirla en una distorsión, si quieren llámenla manipulación.

A estas alturas, cuando la cabeza fría no basta, la misma emotividad que sirve para difundir las mentiras a mayor velocidad debería ser utilizada por aquellos que buscan desmontarlas. Solo queda jugar con sus cartas para intentar derrotarles.