Por qué comemos más ultraprocesados: la falta de tiempo y el bolsillo son los culpables

Por qué comemos más ultraprocesados: la falta de tiempo y el bolsillo son los culpables

España es uno de los países donde más crece el consumo de estos productos, que se ha disparado del 11 al 32% en los últimos 30 años

Consumo limitará los alimentos ultraprocesados en hospitales, residencias, bibliotecas y universidades

El consumo de alimentos ultraprocesados se ha triplicado en España en las últimas tres décadas y, en una tendencia internacional, poco a poco —pero cada vez más rápido— van desplazando formas de alimentación basadas en la elaboración de recetas caseras. Mientras su consumo se dispara, en la industria española de la alimentación y bebidas crecen las exportaciones de productos cárnicos, confitería, panadería y pastas alimenticias. “Los ultraprocesados son productos que las industrias han diseñado para abaratar costes y que pretenden sustituir a los alimentos frescos y a las comidas de toda la vida. No olvidemos que las empresas buscan maximizar sus beneficios dejando de lado el valor nutricional”, explica Ana Gómez, dietista-nutricionista.

Según una investigación de la OCU, el coste mensual de una dieta saludable por persona es de unos 216 euros — en la que los ultraprocesados apenas concentran el 8% del presupuesto—, frente a los 181 euros de la cesta convencional con un 33% de procesados.

Cada vez más visibles, sean accesibles o caros, los ultraprocesados van copando las estanterías de los supermercados. Elsa Iglesias tiene 58 años y se siente identificada con esta realidad: “Lo que más suelo comprar son platos preparados, carne o pizza”. Explica que muchos días come en casa, pero, cuando llega, se hace un filete con algo de ensalada, o tira de lo primero que pilla en la nevera. Esta situación se repite en muchos hogares donde el tiempo arrolla a las familias y las empuja, casi de forma natural, a consumir ultraprocesados. 

Los efectos de este tipo de alimentos son más que conocidos: del innegable aumento del riesgo de padecer sobrepeso u obesidad, al desarrollo de otras patologías más graves como diabetes, hipercolesterolemia (elevación de los niveles de colesterol en sangre), enfermedades cardiovasculares, depresión y cáncer en general. 

De qué están hechos los ultraprocesados

Los ultraprocesados son productos con gran cantidad de azúcares, aditivos, almidones refinados y grasas de mala calidad. Son alimentos altamente calóricos y con un valor nutricional muy bajo. En otras palabras, tienen muchas calorías y pocos nutrientes. Los expertos señalan que su consumo debe ser ocasional y advierten de los riesgos que suponen para los más pequeños cuando comienzan a desarrollar sus primeros hábitos alimenticios. “Al tratarse de productos pobres y con pocos nutrientes pueden provocar situaciones de malnutrición infantil que, sobre todo, son muy alarmantes en estas etapas, ya que los niños están en crecimiento. Por eso, es esencial introducir cuanto antes productos naturales y educar al paladar a estos sabores y sus intensidades”, señala Gómez. 

Elsa Iglesias trabaja en el equipo de recursos humanos de un hospital madrileño, donde las jornadas se alargan y, en muchas ocasiones, el trabajo se multiplica. Son, sin duda, la falta de tiempo y el cansancio lo que la empujan a consumir alimentos ultraprocesados: “Para cocinar se necesita tanto tiempo como dedicación, y yo no tengo”. Iglesias reconoce que aún le quedan unos años con este ritmo: “Cuando me jubile el proyecto número uno va a ser la cocina”.

El Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 ha presentado este jueves un nuevo Real Decreto que limitará la oferta de ultraprocesados —al menos un 80% de los productos de las máquinas de vending serán saludables— en centros públicos, incluidos hospitales y residencias de mayores. Además, se eliminarán los alimentos ultraprocesados de los menús de niños y adolescentes. 

Esta nueva medida fomentará que los alimentos sean preparados en las cocinas de los centros para evitar el uso de productos precocinados y ultraprocesados. Gómez considera que esta medida supondrá “un gran avance, ya que uno de los principales problemas en residencias y hospitales es la desnutrición de los pacientes”. Además, señala que muchas de las personas que viven en residencias de mayores presentan una o varias patologías, por lo que “una alimentación alejada de ultraprocesados y rica en alimentos naturales y de calidad les ayudará a sobrellevar mucho mejor su situación”. 

¿Dónde vives y cuánto ganas?

Aunque los ultraprocesados ponen en riesgo a la población mundial, no se consumen ni afectan a todos por igual. Una de sus consecuencias más patentes, la obesidad, presenta índices más elevados en personas con menos formación y que viven en municipios con rentas más bajas. Así lo recoge uno de los informes elaborados por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. 

Gómez trabaja en una clínica de nutrición en Getafe, un municipio al sur de Madrid. Explica que la gran mayoría de los pacientes consumen alimentos ultraprocesados: “Podría decir que más de un 90% de los que acuden a mi consulta por primera vez utilizan ultraprocesados cada día en algunas de sus comidas. Los han incorporado en su rutina diaria”. Como ejemplo de ello, la experta señala que los pacientes hacen alusión a este tipo de productos cuando les pregunta por sus comidas favoritas o qué les gusta consumir los fines de semana. Sin embargo, Gómez resalta que cuando descubren que “comer saludable tiene mucho que ver con cambiar las prioridades y el enfoque que le damos a la alimentación, es cierto que los ultraprocesados dejan de convertirse en su primer recurso y aprenden que los alimentos mediterráneos, los de toda la vida, se pueden consumir de forma rica y variada”.

Suben los precios

Comer hoy alimentos saludables es un 20% más caro, según apunta el último estudio elaborado por la Organización de Consumidores y Usuario (OCU), en el que se comparan los precios de la cesta de la compra de 41 supermercados. En la investigación se observa el aumento del coste mensual de una dieta saludable por persona (hasta 216 euros) — en la que los ultraprocesados apenas concentran el 8% del presupuesto—, frente a los 181 euros de la cesta convencional donde los platos precocinados, snacks o bebidas azucaradas acaparan el 33% del presupuesto.

Aunque los ultraprocesados no son baratos, la subida del precio de muchos de los alimentos frescos es una realidad que afecta de forma directa en la compra de miles de familias, que cuando acuden al supermercado comprueban el encarecimiento del coste de la vida. En este último mes de noviembre, el IPC se situó en el 3%, una décima menos que en octubre, con el precio de los alimentos al alza, un dato que se refleja en el aumento del precio de productos básicos como los huevos, la carne, la leche o el queso.