
Futbolistas que son madres: del ninguneo de sus derechos a la maternidad como reclamo en los clubes
En 2017, Sara Björk Gunnarsdóttir se querelló contra el Olympique de Lyon —y ganó— cuando el club dejó de pagarle el sueldo durante su embarazo; ahora los vídeos con anuncios de embarazos, nacimientos y regresos al terreno de juego ya forman parte del marketing de los equipos
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“A veces hablamos de las embarazadas como si estuvieran enfermas, pero yo me siento más fuerte que nunca”. Esto decía la delantera estadounidense Sydney Leroux, embarazada de siete meses, al acabar su último entrenamiento con balón antes de dar a luz. Y no por falta de fuerzas. La barriga no le impedía correr, pero sí hacer giros completos con las caderas para golpear el balón. Leroux, como su compañera de equipo en Orlando y en la selección, Alex Morgan, han visibilizado en los últimos años la posibilidad de entrenar durante el embarazo, que ya no supone el fin de una carrera deportiva. Lejos queda el caso de la islandesa Sara Björk Gunnarsdóttir, que se querelló contra el Olympique de Lyon —y ganó— cuando el club dejó de pagarle el sueldo durante su embarazo.
Aquello ocurrió en 2017. Ahora es habitual ver celebraciones en el césped con niños y niñas con el dorsal “mamá” a la espalda. Clubes como el West Ham inglés promocionan fichajes de jugadoras con sesiones de fotos acompañadas de sus hijas. Los vídeos con anuncios de embarazos, nacimientos y regresos al terreno de juego ya forman parte del marketing de los equipos. Jugadoras embarazadas promocionan las nuevas equipaciones. Las ceremonias para conocer si el bebé es niño o niña se celebran en el campo y las jugadoras saltan al césped acompañadas de sus hijos, que también firman camisetas.
Alexandra Gómez Bruinewoud, asesora legal del sindicato internacional FIFPRO (Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales), atribuye esta nueva visibilidad tanto a las estrategias publicitarias de los clubes como a los avances de los últimos años. “Aunque lo usen como técnica de marketing, bienvenido sea”, dice a elDiario.es. “Prefiero que usen el marketing de esta forma, que es positiva y que promueve el cambio de cultura que tanto necesitamos”, añade. El objetivo de FIFPRO es acabar con la falta de respaldo profesional a las jugadoras en muchos clubes, con preparadores físicos que nunca han entrenado a una embarazada, y con derechos laborales desiguales en función de los países donde compiten.
Aunque lo usen como técnica de marketing, bienvenido sea. Prefiero que lo usen de esta forma, que es positiva y que promueve el cambio de cultura que tanto necesitamos
En 2022, los investigadores canadienses de este estudio apenas pudieron preguntar a una veintena de deportistas que habían tenido un hijo mientras competían en la élite. Ahora mismo hay dos jugadoras de la selección estadounidense, Kristie Mewis y Sophia Wilson, que están embarazadas. Como la portera del club inglés Chelsea, la sueca Zećira Mušović o la defensa del Manchester United, Hannah Blundell. En Francia, la delantera holandesa del PSG, Lieke Martens, acaba de tener un bebé. Y en Reino Unido la defensa sueca Amanda Ilestedt ha vuelto a jugar cuatro meses después de tener a su hija. En España, María Alharilla sigue compitiendo con el Levante UD casi tres años después de dar a luz.
“Si existen más jugadoras que se quedan embarazadas es porque ha habido un cambio, porque nos sentimos un poco respaldadas, pero antes no era así”, explica Alharilla, la única futbolista española en primera división y que ha sido madre durante su carrera profesional. “Creo que es un derecho que ningún club, ni nadie, nos puede negar”, afirma a este diario. Alharilla asegura que había decidido ser madre “sí o sí, tanto con el respaldo del club como sin él”, pero el apoyo fue inmediato. “Fue muy grata la sorpresa”, recuerda.
“Nadie en su club sabía tratar a una embarazada”
Alharilla cuenta que siempre se sintió secundada por el club e incluso acordaron retrasar su embarazo para que pudiera competir en la Champions League de 2021/22. Pero también exige más medidas. “Hay que tener profesionales que puedan ayudar a la jugadora que está embarazada y tengan conocimientos de este tema, que aquí no lo teníamos”, dice la centrocampista. Ella pudo entrenar en el gimnasio hasta dos semanas antes de dar a luz, pero su plan de ejercicio lo abordó el mismo especialista que rehabilita a jugadoras lesionadas. “Nos tuvimos que poner un poco a estudiar los dos, tanto él como yo”, afirma. “Ni había muchos casos ni sabíamos mucho sobre esta situación nueva”.
El ejemplo de la jugadora española coincide con el diagnóstico realizado por FIFPRO durante una investigación reciente en la que contaron con la colaboración de varias futbolistas que ya habían sido madres: la portera alemana Almuth Schult, la defensa de EEUU Crystal Dunn, la delantera estadounidense-jamaicana Cheyna Lee Matthews y la centrocampista islandesa Björk. El resultado es una guía que explica a los clubes cómo adaptarse a esta realidad y garantizar el retorno de las futbolistas al terreno de juego.
Hay que tener profesionales que puedan ayudar a la jugadora que está embarazada y tengan conocimientos de este tema, aquí no lo teníamos
“Nos contaron que nadie en su club sabía cómo tratar a una embarazada”, dice Gómez. Como le ocurrió a Alharilla en el Levante, las futbolistas revelaron que los profesionales médicos del club “sabían perfectamente cómo tratar una lesión de ligamentos cruzados, pero no tenían ni idea cómo trabajar con una mujer con panza y qué movimientos podía hacer porque no tenían esa especialización”, lamenta la abogada de FIFPRO.
Emma Hayes, exentrenadora de Chelsea y ahora seleccionadora estadounidense, ha liderado esta profesionalización médica en los clubes femeninos defendiendo en numerosas ocasiones que las futbolistas “no son atletas masculinos en cuerpos más pequeños”. Bajo su mandato en Chelsea contrató a expertos en menstruación, nutrición o sueño. Y también a una fisioterapeuta especializada en suelo pélvico para seguir el caso de la alemana Melanie Leupoltz, que ahora compite en el Real Madrid pero tuvo un hijo en su etapa londinense.
“Chelsea y Arsenal han establecido unos estándares muy altos que deberían alcanzar todos los clubes femeninos, tanto antes como durante y después de su embarazo”, explica a este diario Emma Brockwell, la especialista contratada por Hayes y que ahora trabaja también con Arsenal, Aston Villa y la federación de fútbol inglesa, la FA. “Estos clubes reconocen que el embarazo no es el final de la carrera de una jugadora, sino simplemente un momento en su vida que requiere cambios y rehabilitación. Más allá de eso, si la jugadora elige hacerlo, su carrera continúa”, dice Brockwell.
La fisioterapeuta acaba de ver cómo regresaba a la competición una de las futbolistas a las que ha asesorado, la defensa sueca Amanda Ilestedt. Su vuelta al césped ha sido celebrada por el club con varios vídeos en la web oficial y en sus redes sociales. “Tanto ella como Melanie [Leupoltz] han vuelto más fuertes que nunca”, explica Brockwell, que atribuye el resultado a que sus equipos apostaron por una estrategia de colaboración entre varias disciplinas médicas, en el embarazo y en la rehabilitación posparto.
Entre los conocimientos que aportan estos especialistas están, por ejemplo, cómo adaptarse al cambio del centro de gravedad en el cuerpo de la jugadora conforme avanza el embarazo —lo que también afecta a su equilibrio—, el crecimiento de los músculos abdominales y del suelo pélvico o los cambios en su respiración, circulación sanguínea y pulsaciones cardíacas. Sin olvidar los cambios hormonales y en la rutina de sueño, lo que puede derivar en una bajada del ánimo e incluso ansiedad.
Brockwell defiende que estos cambios “pueden ser un desafío para cualquier mujer, incluidas las atletas”, pero en el caso de las deportistas “rara vez” significan que tengan que dejar de entrenar. La única limitación es dejar los ejercicios de contacto a partir de las 12 semanas, “pero el entrenamiento puede continuar”. El reto, afirma la asesora británica, sigue siendo la educación de los profesionales: “Hay muchos mitos y desinformación acerca del embarazo y la recuperación posparto para volver a competir”.
“No puede ser que sea más difícil ser madre deportista que ser madre ministra”
Los cambios liderados por los clubes ingleses siguen siendo una utopía en otras ligas internacionales, condicionadas tanto por la falta de legislación local como por unas estructuras federativas a las que aún no ha llegado este cambio. En España, hasta el verano pasado, la principal regulación del deporte femenino dependía de un decreto que no se había modificado en cuatro décadas. Y a pesar de los últimos avances, ni los convenios de las futbolistas ni las leyes específicas del deporte avanzan a la misma velocidad con la que la selección nacional se ha alzado hasta la cima del fútbol mundial.
“El derecho a la maternidad es un derecho y el ejercicio de ese derecho debe ser respetado”, asegura a elDiario.es María José López, responsable de los servicios jurídicos de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). La abogada y autora del libro Mujer, discriminación y deporte, explica que una de las principales trabas al avance de estos derechos ha estado en la brevedad de los contratos de las futbolistas. En la mayoría de los casos tienen una duración de apenas un año —frente a los 24 meses del masculino— por lo que la probabilidad de que no se dé una renovación durante un embarazo o nada más dar a luz es demasiado alta.
López dice que esto “no puede ser un hándicap” para que ejerzan su derecho a ser madre. “No puede ser que sea más difícil ser madre deportista que ser madre ministra”, afirma. La abogada argumenta que las futbolistas, por lo menos en el caso español, se enfrentan a un entorno “de estructuras muy cerradas a incorporación de la mujer de pleno derecho como trabajadora en el ámbito del deporte”, lo que dificulta a su vez que haya mayores avances.
“Es absolutamente necesario que haya más mujeres ocupando puestos de responsabilidad en el ámbito del deporte”, explica López, que califica la presencia de mujeres en estas instituciones de meramente “testimonial”. La abogada añade que sin unos salarios que permitan que las deportistas seguir ejerciendo, quedan fuera del sector. “Y esto significa que la mayoría de los cargos los siguen ocupando los hombres”, concluye.
El primer convenio colectivo de las futbolistas profesionales fue acordado en 2020 y modificado en 2024. El cambio más grande llegó el año pasado gracias a una colaboración entre AFE y Junts, que consiguió ampliar y modificar el decreto de 1985 a través de la Ley de Paridad que salió adelante el pasado verano. Desde entonces, los clubes —de cualquier deporte, no solo de fútbol— están obligados a prorrogar un año el contrato de una atleta que se quede embarazada.
Los cambios liderados por los clubes ingleses siguen siendo una utopía en otras ligas internacionales, condicionadas tanto por la falta de legislación local como por unas estructuras federativas a las que aún no ha llegado
La ley también establece que deberán garantizar su integración en el entorno laboral, otorgar permisos a las jugadoras para contabilizar el entrenamiento y la atención al menor, adaptar sus rutinas sin aislarlas de la dinámica del equipo, así como elaborar y aplicar un plan de igualdad. “Hasta que se aprobó este cambio, las futbolistas estaban a expensas de la voluntad del club”, dice la abogada de AFE.
El 90% de las futbolistas se retira antes de alcanzar su máximo potencial
La extensión del contrato por un año es uno de los objetivos que se le resisten a FIFPRO, el sindicato internacional de futbolistas. En 2017, una investigación descubrió que el 90% de las jugadoras se retiran antes de llegar a su máximo rendimiento, entre los 25 y 27 años. En el caso del fútbol masculino, no ocurre hasta pasados los 30, según este informe de FIFPRO. Cuando preguntaron las causas, encontraron que la primera era fácil de adivinar: la falta de salarios dignos hace que sea muy difícil vivir del fútbol profesional.
“La otra razón fue que querían comenzar una familia y eso nos impactó”, recuerda Alexandra Gómez Bruinewoud, una de las principales negociadoras de los derechos de las jugadoras ante FIFA. “¿Cómo es posible que estas personas que vienen entrenando desde chiquitas, que aman el fútbol, que quieren dedicarse a esto, tengan que dejar la profesión simplemente porque quieran tener un hijo?”, dice la asesora de FIFPRO.
Una de las respuestas es que hasta 2020 no existía una regulación internacional específica del embarazo y la maternidad en este deporte. Desde el sindicato admiten que, en el caso de las futbolistas, puede haber algunos detalles distintos a los de otro entorno laboral, pero no tendrían por qué cambiar las reglas. Gómez califica de “arcaico” el hecho de que hasta hace un lustro no estuviera protegido el embarazo de una jugadora. Y, aunque celebra las primeras protecciones aprobadas, también reconoce que “todavía no son perfectas”.
FIFPRO no ha conseguido, por ejemplo, que la FIFA acepte esa ampliación automática del contrato para impedir que la jugadora se quede sin trabajo durante cualquier fase del embarazo o posparto que coincida con el fin de su acuerdo con el club. “Si queremos hacer efectivo el derecho de la futbolista a quedar embarazada, eso tiene que venir acompañado con una extensión del contrato”, afirma Gómez. Para ella, añade, “es tan fundamental y tan importante y tan obvio… y tan increíble que los demás actores internacionales no lo vean”.
Normas que también discriminan contra ellos
Para el director médico de FIFPRO, el exjugador francés Vincent Gouttebarge, lo más importante es afianzar la aplicación de las nuevas normas, aunque su compañera en el sindicato, Gómez, reconoce que sin sanciones de parte de la FIFA, es difícil garantizar que los clubes cumplan con su obligación. Además, dice Gouttebarge a este diario, “tenemos que asegurarnos de que la industria profesional del fútbol es un ambiente de trabajo donde las futbolistas se sientan seguras a la hora de crear una familia mientras compiten”. Para ello, afirma el también profesor de Medicina Deportiva en la Universidad de Ámsterdam y miembro del Comité Olímpico Internacional, todavía es necesario “un cambio de cultura más amplio”.
Si queremos hacer efectivo el derecho de la futbolista a quedar embarazada, eso tiene que venir acompañado con una extensión del contrato
Las últimas medidas acordadas por FIFPRO con la FIFA el año pasado incluyen ya un permiso mínimo de dos, cuatro u ocho semanas en el caso de adopción y de al menos ocho semanas para las parejas de madres en relaciones homosexuales. Este permiso amplía el derecho a las 14 semanas de baja remunerada por maternidad acordado en 2021. También se acordaron permisos nuevos por problemas de salud relacionados con la menstruación y la cláusula que obliga a los clubes a fomentar un entorno familiar “favorable” para las jugadoras con hijos. Queda pendiente, por ejemplo, la protección en el caso de un proceso de fecundación in vitro, ya que el proceso de extracción de óvulos y el tratamiento con hormonas requiere de atención médica previa al embarazo, así como permisos de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA).
Sin embargo, desde el sindicato quieren ir aún más lejos y su asesora legal afirma que, aunque considera los cambios como “revolucionarios”, siguen sin estar 100% conformes. “El cambio es gigante, pero esto no debería estar solamente enfocado al fútbol femenino. Los hombres también son padres y también deberían de tener esa licencia de familia”, dice Gómez. “No hay ninguna justificación para decir que, si hay una pareja del mismo sexo, la futbolista mujer sí tiene derecho, aunque no haya tenido el bebé en su panza, pero el hombre no. Es algo bastante ridículo”.