Tu mirada tiene mucho arte: el movimiento de los ojos delata qué estilo estás contemplando

Tu mirada tiene mucho arte: el movimiento de los ojos delata qué estilo estás contemplando

Investigadores del CSIC siguen los movimientos oculares de los visitantes de una exposición de cerámica griega del Museo Arqueológico Nacional para analizar cómo miramos el mundo y cómo cambia esta forma de mirar con los estilos artísticos

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El equipo del proyecto XSCAPE tiene una ambición secreta: ser capaces de predecir qué estilo de arte está mirando una persona con solo analizar el movimiento de sus ojos. Aunque no es su objetivo final, es lo que han conseguido indirectamente en el último experimento que han realizado con las cerámicas griegas de la exposición Entre Caos y Cosmos, del Museo Arqueológico Nacional (MAN). 

Mediante tecnología de seguimiento de ojos (eye-tracking) montada sobre unas gafas, los científicos han seguido el movimiento ocular de algunos voluntarios y han sido capaces de captar la diferencia que existe al observar diferentes estilos de cerámica griega de la exposición. 

Lo que han visto es que las piezas más complejas dan lugar a movimientos oculares menos predecibles, más diversos y con mayores cargas cognitivas para los sujetos, lo que demuestra, a su juicio, que existen estrategias cognitivas fundamentales que nos permiten interaccionar de manera adaptativa con el entorno.

Una historia escrita en los ojos

Esta prueba es parte de un proyecto más amplio englobado bajo el concepto de Material Minds (Mentes Materiales), aprobado y financiado por el European Research Council (ERC), con el que el arqueólogo Felipe Criado y el neurocientífico Luis Martínez Otero intentan comprender la evolución de los artefactos culturales a través de la neurociencia.

Su propuesta es tan novedosa como estimulante: si estudiamos las formas materiales que dejaron las culturas del pasado con herramientas de las modernas ciencias cognitivas podemos comprender su forma de mirar el mundo y cómo evolucionó hasta llegar a nosotros. Es más, argumentan, existe “una relación recíproca entre nuestra mente y el mundo”, en el sentido de que se influyen mutuamente.

En un trabajo anterior, los científicos analizaron las trayectorias de escaneo ocular en respuesta a la cerámica prehistórica, desde el Neolítico hasta la Edad del Hierro (entre 6000-2000 a. C., aproximadamente), y descubrieron que cada estilo cerámico provocaba un patrón particular de exploración visual. La selección de piezas de esta exposición en el MAN representa la evolución de un estilo artístico a lo largo de un periodo mucho más corto de tiempo que permitía al equipo de investigación poner a prueba su hipótesis en un lapso mucho menor y con una sociedad menos convulsa. 


Visitantes de de la exposición Entre Caos y Cosmos, del Museo Arqueológico Nacional (MAN).

“Hace tiempo que queríamos aplicar las mismas técnicas a sobre un estilo artístico delimitado, concreto, como es la cerámica griega, que ocupa menos de 400 años en una sociedad que tiene sus cambios políticos y sociales, pero no tan grandes como los del Neolítico”, explica Felipe Criado a elDiario.es. Según los autores, los resultados confirman lo que ya habían visto en el Neolítico, que la complejidad física de las piezas de cerámica correlaciona con la complejidad de la mirada y el procesamiento cognitivo implicado. 

Patrones perceptuales

“El resultado confirma la viabilidad y verosimilitud de nuestra conjetura: que no solo los estilos diferentes se ven de diferentes formas, sino que existen patrones perceptuales que acompañan y caracterizan a cada propio estilo”, señala Criado. Al mismo tiempo, al haber hecho el experimento en un museo les confirma que el comportamiento perceptual de las personas observadoras es similar al que observaban cuando los objetos se presentaban en una pantalla, en condiciones de laboratorio.


Ua voluntaria realiza las pruebas de percepción en una pantalla.

“Podemos ver que con el cambio de los estilos cambia la complejidad de la mirada”, asegura Martínez Otero. “Esto nos da pistas de por qué los estilos evolucionan como evolucionan, por qué colapsan y son sustituidos por otros y siempre empiezan de forma similar: de lo sencillo a la complejidad hasta regresar de nuevo a la sencillez”.

No solo los estilos diferentes se ven de diferentes formas, sino que existen patrones perceptuales que acompañan y caracterizan a cada propio estilo

Felipe Criado Boado
Colíder del proyecto XSCAPE y director del Incipit-CSIC

En otras palabras, los autores del experimento han podido medir por primera vez de forma cuantitativa cómo y por qué evolucionan los distintos estilos pasando por distintas fases hasta agotarse a sí mismos y ser sustituidos por otros nuevos. “No solo se trata de ver si la cerámica del primer momento tiene claves de observación perceptual distintas a la de los momentos más avanzados de ese estilo”, señala Criado. “La idea es ver si somos capaces de explicar uno de los grandes misterios de la historia del arte, que es el del estilo y el cambio estilístico”.

Podemos ver que con el cambio de los estilos cambia la complejidad de la mirada. Esto nos da pistas de por qué los estilos evolucionan como evolucionan, por qué colapsan y son sustituidos por otros

Luis Martínez Otero
Neurocientífico y colíder del proyecto XSCAPE

Esta es una pauta muy bien conocida por los historiadores clásicos de la historia del arte, subraya Criado. Todos los estilos pasan por una etapa de formación y alcanzan un momento de madurez (clásico), que se hace más complejo (barroco) hasta que llega al recargamiento extremo (rococó) y regresa a la simplificación (neoclásico). “Digamos que la gente se aburre de la sobrecarga y ese momento de simplificación suele ya ser el momento final que abre la puerta a un cambio total de estilo, a una sustitución”, indica el experto. “¿Por qué? Nosotros somos capaces de confirmar esta secuencia de fases en el estilo a través de los cambios perceptuales que provoca, y lo que hemos detectado como posible marcador es la entropía”.

“Vemos que la entropía es una medida muy interesante para estudiar carga cognitiva, nos permite entender regularidades en la percepción y saber cuál es la variable que debemos medir al salir del laboratorio”, indica Martínez Otero. “Para el contexto más amplio de nuestro proyecto, que sigue en marcha, que la entropía del entorno se relacione con la complejidad de la respuesta cognitiva es muy útil, porque actúa como un elemento regulador de la atención y la exploración visual. Es decir, nos sirve de proxy para saber qué está haciendo una persona cuando navega por el mundo”, concluye.