Cinco mineros y otros diez trabajadores muertos en una semana

Cinco mineros y otros diez trabajadores muertos en una semana

Lo peor es el fatalismo con que todos, autoridades, medios y ciudadanos, seguimos viendo a los muertos en el trabajo: como un desastre natural, una maldición o el inevitable precio a pagar por tener actividad económica, desarrollo, bienestar. Y no lo es: la mayoría no debería haber muerto

Cinco mineros de entre 32 y 54 años alcanzados por una explosión en una mina en Degaña (Asturias). Una trabajadora de 50 años golpeada por un bloque de granito en unos viñedos en Salvaterra de Miño (Pontevedra). Un trabajador de 66 años aplastado por la puerta de una nave industrial en Albadalejo (Ciudad Real). Un actor especialista de 52 años al fallar su paracaídas en un rodaje en Villa de don Fadrique (Toledo). Un albañil de 57 años al caer de un andamio en Las Palmas. Un operario de 49 años al venírsele encima una máquina en Jete (Granada). Un trabajador de 61 años al precipitarse desde un balcón en Pamplona. Un trabajador de 52 años al caer desde el tejado de una nave en Cartes (Cantabria). Un agricultor al volcar el tractor que conducía en Villamuelas (Toledo). Un operario de 46 años que fue herido una semana antes en una nave en Narón (La Coruña). Un operario que estaba hospitalizado desde el incendio días antes en un supermercado en Girona.

Todos ellos han muerto en el trabajo en los últimos siete días. Quince trabajadores. Es un recuento apresurado, que seguramente se queda corto, pues solo son aquellos que he podido rastrear en la prensa, en periódicos locales sobre todo. Habrá otros que no han sido noticia, o que no se han contabilizado todavía como accidente laboral aunque lo sean. Y heridos graves que tal vez fallezcan días después, pues en mi búsqueda de la última semana encontré también numerosos heridos graves: caídos de tejados, aplastados por maquinaria, atropellados, cortados por una herramienta, golpeados por una grúa…