El último de los primeros: la Ertzaintza cierra un ciclo con el agur al único de los pioneros de 1982 que seguía en activo

El último de los primeros: la Ertzaintza cierra un ciclo con el agur al único de los pioneros de 1982 que seguía en activo

Jokin Alfageme, autor del primer atestado de la historia de la Policía vasca, escolta de un lehendakari, dos vicelehendakaris y dos ministros, y mando de unidades de relevancia, se ha jubilado con un homenaje por lo simbólico de su retirada

La Ertzaintza sólo mantiene ya la escolta a 21 cargos políticos en Euskadi una vez desaparecida la amenaza de ETA

El 19 de marzo ocurrió algo en la Ertzaintza. Ese miércoles de hace un par de semanas se jubiló el agente Jokin Alfageme, el último de los 603 hombres –porque entonces las mujeres estaban vetadas– que el 8 de febrero de 1982 ingresaron en la academia de Arkaute para estrenar la nueva Policía vasca, uno de los símbolos del autogobierno vasco. Él mismo asume lo “simbólico” de su retirada, aderazada con un homenaje tributado en Gernika, junto al árbol símbolo de la foralidad, por un centenar de compañeros de esa primera promoción y con presencia del consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, de la directora, Victoria Landa, del jefe del cuerpo, Josu Bujanda, y del exconsejero Juan María Atutxa, entre otros. “La evolución ha sido tremenda. Ya nos encontramos al mismo nivel que cualquier Policía europea”, se felicita Alfageme, que fue el autor del primer atestado de un accidente de tráfico en la historia del cuerpo, que fotografió en detalle el accidente aéreo del monte Oiz y que fue escolta de un lehendakari, de dos vicelehendakari y de dos cargos que llegaron a ministro, entre otras misiones hasta que en 2025 ha cumplido los 65.

Al otro lado del teléfono, el ertzaina se quita importancia. Explica que el primer lehendakari, Carlos Garaikoetxea, en 1980, montó una pequeña fuerza de 25 efectivos. No existía la Ertzaintza pero estos hombres procedentes del PNV –sí, también todos eran varones– fueron adiestrados en técnicas policiales y militares de escolta y seguridad por instructores británicos de espaldas al Gobierno de Adolfo Suárez, como explicó el periodista Emilio Alfaro. Se entrenaron en Berrozi, un pueblo de Álava que les dio nombre y que se ha perpetuado como lugar de formación de las unidades de elite. Aquellos guardaespaldas se ‘regularizaron’ en la tercera promoción. Y todavía uno de ellos, Txema Larrea, continúa en servicio hasta julio en la base de Iurreta, puntualiza.

Alfageme se dio cuenta en 2024 de que dos compañeros de generación se jubilaban. “Vi que me quedaba solo”, asume. Es más, únicamente hay ya tres policías de la segunda tanda, de 1983, e igualmente “en breve” dejarán de trabajar. Es el fin de un ciclo. Los pioneros se están jubilando de continuo desde hace años y la Ertzaintza lleva años sumida en un necesario relevo generacional que no termina de acompasar. La cadencia de salidas es tal que nunca se ha logrado completar la plantilla prometida de 8.000 efectivos. Actualmente hay 7.200 ertzainas disponibles. Es decir, son 800 las vacantes, según explica Sergio Gómez de Segura, del sindicato Erne.

El último de los primeros tuvo el privilegio de ser el primer ertzaina en elaborar un atestado. “Mi primer destino fue Tráfico en Bizkaia”, relata. El estreno de la Ertzaintza fue asumiendo las funciones de la Guardia Civil en carreteras hasta que, ya a mediados de la década de 1995, se completó todo el despliegue y se fijó el actual modelo policial de reparto de competencias. Un camión atropelló a un niño en Iurreta. El pequeño se saltó un semáforo en rojo y el vehículo pesado no tuvo tiempo de frenar. No fue a mayores, pero el agente tuvo que redactar un informe a máquina de escribir con calcos para tener copias. Una de ellas está preservada en el museo de la Ertzaintza.


Homenaje a la primera promoción de la Ertzaintza en Gernika

Este agente participó en dos de los operativos que se consideran como símbolos fundacionales del cuerpo. En 1983, en agosto, se produjeron unas grandes inundaciones que arrasaron Bilbao pero también otras localidades del norte de Álava y de Gipuzkoa. “Mi equipo y yo trasladamos material al barrio de La Peña. Palas, botas y agua. Dábamos instrucciones por megafonía. Era organizar el caos”, explica. En 1985, estuvo en el monte Oiz tras el accidente de un avión que dejó 148 fallecidos. “Nos mandaron allí aunque fuéramos de Tráfico. Era una catástrofe de grandes dimensiones. Hice un reportaje fotográfico. Tiré más de cien carretes. Se nos acabaron y volvimos a por más. No quisimos guardar ninguna imagen. Las guardamos para siempre en la mente”, cuenta.

El nuevo destino de este agente fue la comisaría de Muskiz. Allí, “por las noches, venían los escoltas de Berrozi a aparcar los vehículos de los ‘vips’ que protegían”. El todavía veinteañero admiraba esa labor e hizo el curso de guardaespaldas. “Era bastante duro pero lo tomé con mucha ilusión”, señala.

Alfageme tuvo “la gran suerte y el privilegio” de ser escolta del segundo lehendakari, José Antonio Ardanza, del PNV. También lo fue de dos vicelehendakaris, los socialistas Ramón Jáuregui, años después ministro, y Fernando Buesa, que sería asesinado por ETA en el año 2000. Y de la consejera Rosa Díez, que luego dejó el PSE–EE y la política vasca para fundar UPyD. Y de Kepa Aulestia, en su momento dirigente de Euskadiko Ezkerra, el partido próximo a la rama ‘polimili’ de ETA que acabó amenazado por los ‘milis’ tras su integración con la federación vasca del PSOE. Y de Luis Atienza, que acabó también como ministro.

Su desempeño fue visto con buenos ojos por sus mandos. “Me ascendieron a subjefe de Berrozi y me tocó planificar la protección a Atutxa en la época más dura”, señala. Atutxa, del PNV, fue responsable de Interior entre 1991 y 1998. “Gracias a la protección, no se llevaron a efecto ninguno de los seis atentados que sepamos que preparó ETA contra él”, afirma. Uno de ellos fue en la boda de su hijo, en la que los terroristas se colaron entre los asistentes. “Aquel fue el más complicado”, asegura. Un reciente informe constata que apenas 21 cargos llevaban ya escolta en Euskadi.


Alfageme, firmando el libro de honor

Después, él, cuatro agentes más y una profesora de la academia de Arkaute fueron destinados a Baviera. Era un “intercambio de experiencias” para seguir poniendo en marcha nuevas unidades en la Ertzaintza. “Tuvimos que aprender alemán básico para pasar dos años allí. Dormir en el cuartel de Dachau no era agradable”, señala en referencia a la base de la Policía bávara en esa localidad, pegada al campo de concentración nazi.

De regreso a Berrozi, se puso al frente de la unidad canina. Con inspiración alemana y portuguesa, dio “la vuelta” a la forma de trabajar. Se determinó que cada guía tuviera un perro a su cargo y que incluso convivieran en casa para estrechar el vínculo. “El resultado ha sido muy bueno hasta ahora”, asegura. Se extendió al servicio a cuatro funciones, explosivos, seguridad general, rescate y drogas. De usar solamente pastores alemanes se pasó a emplear labradores, malinois o pastores alemanes de origen checo, que ofrecen más años de trabajo.

En el mandato de Patxi López, de 2009 a 2012, fue comisionado a los servicios centrales, a la base de Erandio, para trabajar en la coordinación con las Fuerzas de Seguridad del Estado, otros cuerpos del espacio Schengen, Europol e Interpol. Después, fue subjefe de la Policía Científica con otro mando de la primera promoción, José María Yurrebaso. “El nivel de la Ertzaintza aquí es un motivo de orgullo”, describe. Ya en el final de su larga trayectoria regresó a Muskiz hasta que le “reclamaron” otra vez en Berrozi. Ahora, con ETA desaparecida, su labor fue ordenar el servicio de protección de mujeres víctimas de violencia con nivel de riesgo alto. “Y en Berrozi he terminado”, reseña.

Señala que su generación, aunque en su caso no llegara a la Ertzaintza con excesiva vocación policial, terminó desarrollando una “sensación de pertenencia, tanto a la institución como al país”. “Por lo que veo, ahora vienen con ilusión y ganas de trabajar. Lo tienen muy bien para empezar. No parten de cero como nosotros. Entonces era una etapa de cambio, de llegada de la democracia y del Estatuto. La labor era que la Ertzaintza cogiera todas las competencias, poner un granito de arena. Ahora no hay esa dificultad y los medios son mucho mejores”, afirma describiendo la falta de comunicaciones de calidad o el tipo de vehículos. El Talbot Horizon que fue una de las primeras patrullas es ahora un BMW X1, por ejemplo.

Sí apunta como gran cambio la presencia de mujeres, aunque aún no sea equilibrada. La Ertzaintza tuvo como vicio de origen exigir haber realizado el servicio militar y eso privó a las mujeres de participar en la primera oposición. Se corrigió después pero el pecado original estaba hecho. “Gracias a dios ha cambiado esa mentalidad”, señala. La directora es una mujer, pero no hay ninguna intendente, la categoría con más galones, por ejemplo. En la base, son alrededor de un tercio.

Alfageme marcha satisfecho. “No me esperaba ni por lo más remoto que se pudieran juntar más de cien compañeros en la despedida”, cuenta sobre el acto de Gernika y sobre el apoyo institucional que recibió. Su colega Jesús Uribe, ya jubilado, ha estado detrás de las bambalinas y destaca la importancia de actos como estos. El último de los primeros tiene clara una cosa: “Aquello no era por mi persona. Era porque se cierra un ciclo”.