La Justicia condena a un policía nacional a tres años de cárcel por agredir sexualmente a una subordinada en un bar

La Justicia condena a un policía nacional a tres años de cárcel por agredir sexualmente a una subordinada en un bar

El Tribunal Superior de Madrid confirma la condena de un subinspector de la Policía Nacional y deja en evidencia a varios agentes que testificaron en contra de la víctima llegando a alegar que había denunciado al condenado para obtener un traslado

La Justicia condena al Ayuntamiento de Madrid por los abusos sexuales de dos policías a una mujer en un cacheo

Un subinspector de Policía Nacional ha sido condenado a tres años de cárcel por agredir sexualmente en un bar de Madrid a otra agente, su subordinada en la comisaría donde trabajaban. El Tribunal Superior de Madrid ha confirmado la condena impuesta a este policía por abordar a la agente en prácticas dentro del baño de un bar con los pantalones bajados e intentando forzar que le hiciera una felación. Las sentencias del caso, que todavía no ha quedado zanjado en firme, revelan que varios policías testificaron para intentar desacreditar a la víctima y hacer creer a los jueces que había denunciado al subinspector para obtener un traslado.

La documentación de la causa, a la que ha tenido acceso elDiario.es, revela que víctima y agresor ejercían como policías nacionales en la comisaría del barrio madrileño de Aluche. Él era subinspector y, por tanto, superior de la joven que en ese momento estaba en fase de prácticas tras salir de la academia. Ese día de noviembre de 2020 la agente se iba a su casa, pero su superior le invitó a ir con él y otros dos policías a un bar cercano a tomar algo después del trabajo.

La agresión se produjo en el aseo del local. La víctima se estaba lavando las manos cuando el acusado se acercó a ella con los pantalones bajados, obligando a la mujer a tocarle el pene, intentando besarla y tratando de obligar a la agente a realizarle una felación. La víctima empujó al policía, consiguió “zafarse” de él y volvió a la mesa con sus compañeros. Diez minutos más tarde salió del local y llamó llorando a su pareja, contando lo que había sucedido.

Siguiendo el consejo de su pareja la mujer se marchó del local y llamó a su madre, relatando también lo que le había pasado. La siguiente llamada fue a su prima, que también es policía nacional, y la siguiente parada fue la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) donde puso la denuncia. Cuando estaba esperando en dependencias policiales, la víctima recibió una llamada y un mensaje de su agresor, según los jueces preocupado por si estaba siendo denunciado: “Espero princesa que esté todo bien”, le dijo con varios emoticonos de besos y corazones.

El caso estuvo casi cuatro años bajo investigación en un juzgado de la Plaza de Castilla hasta que la Audiencia Provincial dictó sentencia: una condena de tres años de cárcel para el subinspector por un delito de agresión sexual, seis años más de inhabilitación y una indemnización de 7.550 euros para la víctima, quedando absuelto del delito adicional de lesiones que le atribuían las acusaciones. Una sentencia que, tal y como ha podido comprobar este periódico, ha ratificado recientemente el Tribunal Superior de Justicia.

El policía condenado ya ha anunciado recurso ante el Tribunal Supremo y su condena, por el momento, no se ha ejecutado mientras se enfrenta también a un proceso disciplinario interno en la Policía Nacional que podría terminar con una sanción adicional o, incluso, con su expulsión del cuerpo. En caso de declararse firme, la condena implicaría su entrada obligatoria en prisión.

Policías “veteranos” contra la agente en “prácticas”

Los jueces de la Audiencia Provincial y del Tribunal Superior de Madrid dan credibilidad a la víctima frente a la versión exculpatoria del subinspector de Policía Nacional. El acusado ha negado los hechos a lo largo del proceso, ha alegado falta de pruebas y ha acusado a la víctima de denunciarle en falso para ser considerada víctima de violencia machista y conseguir un traslado a su ciudad natal que, de otra manera, no habría logrado. Una teoría que no ha tenido éxito con los jueces pero que sí tuvo el apoyo de varios policías de la comisaría, compañeros de la afectada, que testificaron contra la víctima.

Los jueces no conceden credibilidad ni al policía condenado ni a los agentes que declararon contra la víctima, dando a entender que ella era quien buscaba cercanía con su superior para lograr trato de favor. “Era ella la que iba detrás del jefe”, dijo uno de los policías. “Se pegaba al subinspector”, dijo otra. Según sus compañeros, la víctima “no rendía” y “no tenía ganas de trabajar” y tenía “intereses espurios” al denunciar “porque quería obtener una plaza en su ciudad natal”, algo “imposible” para un recién llegado “salvo en los casos de víctimas de delitos contra la libertad sexual”.

Los testimonios de los policías que cargaron contra la víctima en el juicio, destacó la Audiencia Provincial, “carecen de credibilidad” porque “se trata de subordinados” del acusado, observando los jueces “cierta tendencia a favorecerle”. Todos mencionaron que tenían “buena relación con él”, en algunos casos relaciones de carácter personal. Eran, tal y como destacó ese tribunal en su primera sentencia, “veteranos que habían jurado sus cargos hacía tiempo, lo que les hacía aparecer en un escalón muy superior sobre los funcionarios en prácticas”.

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en esta misma línea, ha dado prevalencia al testimonio de la mujer frente al del policía y sus subordinados. Esa acusación contra la víctima, destaca el TSJM, “parece una torticera imputación” que queda desmentida por una “evidencia”: la agente siguió destinada en Madrid y no en su ciudad natal, su supuesto objetivo según el acusado y los policías “veteranos”. La declaración de la víctima, sin embargo, ha sido “persistente” y pruebas como los mensajes que mandó a su entorno esa misma noche apuntalan su versión.

El propio mensaje que el acusado mandó a la víctima esa noche, destacan los jueces, es una prueba más de su “preocupación e incertidumbre” ante la posibilidad de ser denunciado por lo que había hecho.