
Lo que no debes hacer si adelantas a la Guardia Civil en la carretera
Seguridad vial – El simple hecho de que un coche patrulla circule por el carril derecho, respetando los límites, basta para que muchos conductores frenen de golpe o se queden bloqueados
La DGT implanta la nueva línea roja continua: estará en tramos de máximo riesgo
Lo que bloquea un carril izquierdo durante kilómetros no siempre es un atasco, una grúa o un camión averiado. A veces basta con que la Guardia Civil circule por el derecho, cumpliendo la velocidad legal, para que detrás se formen filas de coches que no se atreven a pasar.
Algunos reducen de golpe sin motivo claro, otros se quedan clavados detrás como si no hubiera más opciones, y los más prudentes se limitan a cambiar de carril para aparentar naturalidad. Adelantar a la autoridad provoca dudas. Y esas dudas hacen que muchos prefieran quedarse quietos.
¿Se puede adelantar a la Guardia Civil? Pues claro, pero con cuidado
La Dirección General de Tráfico (DGT) lleva años insistiendo en que esa duda tan común tiene una respuesta sencilla. No solo está permitido adelantar a un coche patrulla en autovía o autopista, sino que no hacerlo, si se dan las condiciones adecuadas, puede entorpecer la circulación.
Eso sí, no vale cualquier maniobra ni cualquier momento. El Reglamento General de Circulación exige que el adelantamiento cumpla con todas las normas habituales, sin excepción, lo que significa que si la patrulla circula a la velocidad máxima permitida en esa vía, no hay margen legal para rebasarla.
Coche de la Guardia Civil por Minas de Riotinto (Huelva).
En una carretera secundaria, si el coche patrulla circula a 90 km/h, adelantarlo implicaría infringir el límite si se intenta superar esa velocidad, lo que constituye una infracción. Desde que la DGT eliminó el margen de 20 km/h adicionales para adelantar en este tipo de vías, ya no existe ninguna excepción: la maniobra solo es legal si no se supera el tope.
En cambio, en una autopista con límite de 120 km/h, adelantar a un vehículo oficial que circula a 100 o 110 km/h no plantea ningún problema, siempre que se respete la velocidad máxima y la señalización lo permita. Lo que sí supone riesgo real es frenar de forma brusca al ver un coche oficial, algo que puede provocar colisiones por alcance y acabar con sanción.
Aunque pueda parecer que una patrulla en carretera impone una norma tácita que nadie quiere romper, la realidad es más práctica. Las autoridades de tráfico recuerdan que sus coches se comportan como cualquier otro vehículo cuando no están prestando servicio de emergencia.
Si no llevan luces ni sirena, son uno más
En palabras de la DGT, hay que mantener siempre la secuencia adecuada antes de iniciar la maniobra: retrovisor, señal, maniobra. La frase aparece en numerosas campañas institucionales, en las que también se subraya la eliminación del margen de 20 km/h adicionales que antes se permitía en vías secundarias para adelantar.
Por tanto, lo relevante no es el tipo de coche, sino el comportamiento del conductor. Circular de forma errática, con maniobras innecesarias o a una velocidad irregular puede levantar sospechas y derivar en una parada preventiva por parte de los agentes. Aunque no haya infracción grave, en esos casos los guardias pueden comprobar documentación, estado del vehículo o incluso realizar pruebas si lo consideran oportuno.
Frenar por nervios, el error más común
En la práctica, lo más común es que los vehículos oficiales circulen sin luces prioritarias ni sirena, es decir, sin estar atendiendo una urgencia. En esas situaciones, la ley no les otorga ningún tipo de preferencia especial frente al resto del tráfico. Eso cambia si activan señales luminosas o acústicas: ahí sí tienen prioridad absoluta y cualquier intento de adelantamiento, además de inviable, sería sancionable.
La confusión no viene de lo que dice la ley, sino de lo que muchos imaginan que debería hacerse por respeto. Pero en carretera, la cortesía no sustituye al reglamento. Y aunque la autoridad imponga, el carril izquierdo no está reservado para la contemplación.