El aeródromo que la República nunca pagó y fue bombardeado por la aviación fascista en Menorca

El aeródromo que la República nunca pagó y fue bombardeado por la aviación fascista en Menorca

La esperanza de las autoridades locales es que la instalación actuara de escudo para ahuyentar a los pilotos alemanes e italianos mientras la población isleña construía refugios en sus casas. «Tiene un valor innegable», comenta el historiador Miquel López, quien valora su reciente adquisición pública

Cuando el Patrimonio de la Humanidad sirvió como refugio para huir de los bombardeos fascistas

Fue construido mientras la Menorca republicana era bombardeada y ametrallada una vez por semana por los aviones del bando sublevado. Fue refugio de vecinos y soldados durante los años de la Guerra Civil, fue depósito de combustible, hangar de avionetas y cessnas. También fue el aeropuerto principal de la isla e, incluso, pista de kartings. Epicentro de la comunidad argentina de Menorca a principios de los 2000 y también zona de pruebas para vehículos de Fórmula 1. El aeródromo de Menorca, a sus 89 años de historia, ha sido de todo y, desde hace unos días, también es patrimonio público tras la compra del inmueble por parte del Consell Insular al Ministerio de Defensa por 2,8 millones de euros. La idea de la institución isleña es que las instalaciones, que todavía siguen cedidas a actores privados, pasen a ser públicas.

Situado a medio camino entre Sant Lluís y Maó, este aeródromo histórico está gestionado parcialmente por el Real Aeroclub de Maó, una asociación que brinda cursos homologados de pilotaje civil desde 1969 y que cuenta con una flota de cuatro aviones clásicos para formar a los aspirantes a pilotos.

“Contamos con un monoplano biplaza AISA-115 de entrenamiento básico militar que ha sido la aeronave principal de entrenamiento para el Ejército del Aire durante varias décadas”, explican desde el Aeroclub a elDiario.es. Además de varias aeronaves modernas, en el hangar de la asociación hay un biplano Bücker 131, especialmente activo como dispositivo de entrenamiento durante los años 30 en Alemania y muy usado por la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial. 


Hangar principal del aeródromo utilizado por el Aeroclub junto a la pista.


Logo del Aeroclub que funciona en las instalaciones.

Pero la singularidad de este aeródromo no reside solamente en las reliquias de la aviación que anidan en su hangar, ni en la parrilla humeante del bar aledaño, que se alquila para ocasiones especiales junto a la terraza que mira hacia los dos kilómetros de pista de aterrizaje. Este aeródromo de 700.000 metros cuadrados, que supo ser escenario de pruebas de Fórmula 1 en 2006 y 2007, tuvo su origen en los años de la Guerra Civil, como una respuesta a la necesidad que el bando republicano tenía de concretar un punto estratégico como base para aviones cazabombarderos que permitieran defender a Menorca de los aviones de la Aviación Legionaria italiana y de la Luftwaffe.

“La construcción del aeródromo de Sant Lluís se inició en octubre de 1936, en el contexto inmediato de los primeros bombardeos efectuados por la aviación fascista italiana sobre Menorca. Su construcción fue impulsada inicialmente por las autoridades locales, con la participación de trabajadores voluntarios y de personal procedente de batallones disciplinarios, conformados por individuos considerados desafectos al régimen republicano”, cuenta Carlos de Salort, arqueólogo e historiador que pasó varios años investigando y catalogando los refugios antiaéreos de toda Menorca junto con el historiador Miquel López Gual, cuyo trabajo mancomunado dio como resultado un catálogo de más de mil páginas sobre este período de la Guerra y sus consecuencias sobre la isla.

La construcción del aeródromo de Sant Lluís se inició en octubre de 1936, en el contexto inmediato de los primeros bombardeos efectuados por la aviación fascista italiana sobre Menorca. Su construcción fue impulsada inicialmente por las autoridades locales

Carlos de Salort
Arqueólogo e historiador

Según Salort, el avance de las obras se vio severamente limitado por la escasez de recursos, consecuencia directa del bloqueo aeronaval al que fue sometida la isla durante buena parte de la Guerra Civil. “Este déficit material impidió que el proyecto llegara a completarse a tiempo. A partir del otoño de 1937, la construcción del aeródromo se tornó especialmente peligrosa debido a los frecuentes ataques aéreos por parte de la aviación del bando sublevado, que realizaron numerosas acciones de ametrallamiento y bombardeo sobre las instalaciones en desarrollo”, cuenta en diálogo con elDiario.es. También señala que, fruto de estos ataques, en diciembre de 1937, falleció Gabriel Jordà: “Era un zapatero oriundo de Maó. En el ataque también murieron dos niñas de cuatro y ocho años y una mujer, residentes en la zona aledaña de Bintaufa”.


Vista panorámica de la pista de aterrizaje y los edificios del aeropuerto de Maó.

Miquel López cuenta que, al ser descubiertas las obras del aeródromo por parte de las fuerzas sublevadas, éste se convertirá, junto con la Base Naval de Maó, en el objetivo central de los ataques aéreos de la aviación fascista. “El gobierno republicano de Menorca destinó grandes recursos a construirlo con la esperanza de que los gastos fueran retribuidos por el gobierno republicano a las arcas insulares una vez terminada la contienda. Era una obra realmente clave para la defensa de la isla y, de haberse puesto en funcionamiento, quizás podría haber sido distinto el resultado del bloqueo impuesto por el bando sublevado”, explica el historiador.

El gobierno republicano de Menorca destinó grandes recursos a construirlo con la esperanza de que los gastos fueran retribuidos por el gobierno republicano a las arcas insulares una vez terminada la contienda. Era una obra realmente clave para la defensa de la isla y, de haberse puesto en funcionamiento, quizás podría haber sido distinto el resultado del bloqueo impuesto por el bando sublevado

Carlos de Salort
Arqueólogo e historiador

Mientras la sombra de los bombarderos Savoia-Marchetti venidos de la Italia de Mussolini se proyectaba sobre la tierra rojiza de Menorca, la población tomó conciencia de la brutalidad que los fascistas estaban dispuestos a descargar sobre la isla. Entonces comenzaron a proliferar los refugios. En cada casa se improvisó un búnker y, en cada patio, un escondite, con la esperanza puesta en ese aeródromo construido a toda velocidad como escudo para ahuyentar a los pilotos alemanes e italianos.

“La construcción fue difícil. Ya desde un principio se diseñaron e iniciaron obras de infraestructura soterrada, incluyendo un hangar subterráneo destinado al almacenamiento de combustible, piezas de recambio y otros materiales logísticos, así como refugios antiaéreos para el personal. No obstante, el aeródromo nunca llegó a cumplir su función prevista: la República no logró destinar cazas a Menorca, y la administración local carecía de los recursos económicos necesarios para adquirirlos”, cuenta Carlos Salort. 


Antigua torre de control en uso cuando el aeródromo era el principal aeropuerto de Menorca.


Zona aledaña al ingreso que da acceso al refugio subterráneo.

Un lugar para la memoria

Según los expertos consultados por elDiario.es, el aeródromo recientemente adquirido por el Consell Insular conserva importantes vestigios materiales de elevado valor arqueológico correspondientes tanto al periodo de la Guerra Civil como de la dictadura franquista. “Son claves las infraestructuras subterráneas inacabadas, que constituyen un testimonio tangible del esfuerzo defensivo llevado a cabo por la población menorquina durante esos años”, señala Carlos de Salort.

El historiador subraya que, incluso durante la Segunda Guerra Mundial, la infraestructura fue utilizada por fuerzas del Eje, registrándose aterrizajes de aviones fascistas italianos y alemanes. “Existe la creencia popular de que el primer avión en aterrizar en el aeródromo fue del bando sublevado; sin embargo, investigaciones recientes —entre ellas, las desarrolladas por él y por Miquel López Gual— indican que antes del fin de la guerra se produjeron uno o dos aterrizajes de emergencia, protagonizados por aeronaves republicanas”.

Según apunta el historiador Miquel López, el aeródromo funcionó como aeropuerto principal de la isla en los años posteriores a la guerra y hasta 1969, cuando se fundó el Aeroclub. “Tiene un valor histórico innegable. Debajo de la pista existe un hangar subterráneo de enormes dimensiones cuyo destino original era funcionar como refugio para civiles y para aviones. Además, se construyeron refugios antiaéreos y asentamientos perimetrales para ametralladoras orientados a la defensa de la pista de aterrizaje”, señala López Gual.

Tiene un valor histórico innegable. Debajo de la pista existe un hangar subterráneo de enormes dimensiones cuyo destino original era funcionar como refugio para civiles y para aviones. Además, se construyeron refugios antiaéreos y asentamientos perimetrales para ametralladoras orientados a la defensa de la pista de aterrizaje

Miquel López
Historiador


Pista de aterrizaje del aeródromo con una avioneta usada en la escuela de vuelo.


Oficinas de la Escuela de Vuelo del Aeroclub junto a la pista de aterrizaje.

A finales de la década de 1940, el aeródromo adquirió un nuevo papel con la instauración de la primera línea aérea regular entre Menorca y Barcelona, operada por la compañía AVIACO. En este contexto, las instalaciones vinculadas al transporte aéreo civil pueden considerarse también patrimonio arqueológico contemporáneo, un testimonio de la transformación de la fisonomía de la isla al calor de la modernidad y del turismo incipiente en Menorca.

Ambos historiadores coinciden en que la reciente adquisición del aeródromo por parte del Consell Insular de Menorca es una buena noticia y representa una oportunidad para su preservación y puesta en valor. “El aeródromo ofrece múltiples posibilidades de uso: desde plataforma para servicios de emergencia y lucha contra incendios, hasta espacio para actividades de educación ambiental. No obstante, como historiador, considero prioritario el desarrollo de un plan director integral, con participación de todos los agentes públicos implicados, que contemple un estudio histórico-arqueológico exhaustivo del sitio”, explica Carlos Salort. 

Por su parte, López Gual sostiene que el Consell debería explorar la posibilidad de destinar el espacio a la construcción de un centro de interpretación: “A mi juicio resultaría especialmente interesante destinar el hangar subterráneo a usos públicos integrándolo en un sencillo espacio que facilite su interpretación histórica. Un referente en este ámbito podría ser el centro de interpretación del aeródromo de Els Monjos (Penedès), dedicado a la aviación republicana y la guerra aérea. Una inversión cultural de este tipo es clave para que todos los menorquines podamos hacer un ejercicio de memoria colectiva. Es un bien de valor cultural y la cultura no pasa solamente por las galerías de arte hiperelitistas que pueblan la isla; hay que apostar a lo público y a la memoria”.