Cinco años para entrar a vivir: la odisea burocrática de 72 familias en el barrio zaragozano de La Jota

Cinco años para entrar a vivir: la odisea burocrática de 72 familias en el barrio zaragozano de La Jota

Siguen sin poder habitar sus casas pese a estar finalizadas desde hace casi un año. La falta de suministro eléctrico, los retrasos en las autorizaciones y la escasa información tienen a los vecinos atrapados entre alquileres, guardamuebles, préstamos y frustración

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En el barrio zaragozano de La Jota con Vadorrey, a tan solo unos pasos del Tercer Cinturón, se han levantado decenas de viviendas nuevas que deberían estar ya llenas de vida. Sin embargo, se escucha el eco de una urbanización vacía y se observa gran parte de las persianas bajadas.

María –nombre ficticio para preservar su anonimato– compró un piso en 2020 tras una situación personal complicada. Ahora, cinco años después, todavía está esperando poder entrar a vivir a su hogar, el que iba a amueblar de ilusión, esperanza y futuro.

“El edificio está terminado desde el verano, pero aquí seguimos sin llaves y sin luz. Es una desesperación. Cuando me metí en esta compra, me dijeron que me lo entregarían en el cuarto trimestre de 2022 y han pasado tres años más de lo previsto”, asegura.

Tal y como cuenta a elDiario.es, esta situación llena de frustración es el día a día de muchas familias que, como ella, compraron una nueva casa pensando que podrían dejar sus alquileres pronto. “Haces tus cuentas, calculas tus ahorros y, al final, te hacen no poder con nada”, comparte.

Esta situación afecta a 72 familias, propietarias de otras tantas viviendas ya terminadas, de las cerca de 800 que están proyectadas en la zona. Aunque la obra física está concluida desde julio de 2024, la urbanización no ha podido abrirse porque no se ha electrificado y, por lo tanto, no hay luz.

Sin electricidad y sin respuestas

Todo apunta a una cadena de retrasos administrativos y a una falta de coordinación entre la promotora, la empresa distribuidora (Endesa) y el Gobierno de Aragón. Según relata María, el proyecto de electrificación no se entregó a la compañía hasta noviembre de 2024, meses después de acabar la construcción.

“Los llamé en diciembre y me dijeron que el proyecto era muy grande y que harían lo que pudieran. Todavía no hemos tenido ninguna novedad y tampoco nos dan explicaciones”, lamenta.

A pesar de que la infraestructura eléctrica está instalada, falta que la Dirección General de Energía del Gobierno de Aragón, dependiente del Departamento de Presidencia, Economía y Justicia, dé la autorización para que Endesa pueda activar el suministro.

“Se supone que fueron la semana pasada a inspeccionar. Ahora falta que emitan el papel, que llegue a Endesa, que lo validen… Y luego que el Ayuntamiento dé la licencia de ocupación. Cada paso puede suponer dos meses más. La gestión es insufrible”, subraya.

Sin embargo, desde esta Dirección General de la DGA aseguran que “los papeles llegaron el 25 de marzo a la institución”, por lo que “ha sido en un corto plazo en el que se ha firmado la autorización después de revisar la infraestructura y subsanar un problema notificado”.

“Ahora está en manos de Endesa, que ya pueden darles luz salvo que tengan retrasos u otros problemas. El atasco no estaba en el gobierno a no ser que la constructora lo haya presentado mal”, agregan.

En concreto, las fechas sobre las que ha informado este departamento datan que fue el 25 de marzo cuando se presentó el convenio de cesión, el 9 de abril el momento de la inspección, el 15 de abril el día de la corrección de dirección de obra y el 16 de abril la tramitación del acta de puesta en marcha del servicio.

Mientras tanto, María sigue pagando un préstamo constructivo a través de la cooperativa, sin poder acceder a su hipoteca ni a su casa: “Pagamos intereses por algo que no podemos usar. Es dinero que se va a la basura”.

Esta usuaria se ha comprado este piso en solitario, con dos hijos y “cuatro ahorros”, una situación que la tiene “ahogada” y que comparte con otras familias también afectadas por la falta de agilidad administrativa.

Es el caso de una vecina que vendió su piso anterior para comprarse este y a la que le han tenido que hacer el favor de dejarla vivir en la casa del portero de ese edificio hasta que se solucione. También les ha pasado a muchos otros vecinos, los cuales algunos han tenido que guardar sus muebles nuevos en trasteros, vivir con familiares, estar divididos en dos casas o mudarse a Valdefierro pese a tener hijos escolarizados en La Jota. “Es un desgaste emocional brutal y esta situación me ha hecho perder completamente la ilusión por mi casa nueva”, indica.

En cambio, para ella, lo peor es “no poder hacer nada” y que “nadie informe sobre lo que está pasando”. “Ni la promotora, ni Endesa, ni el Gobierno de Aragón. Mentira tras mentira. Y mientras, políticos como Azcón o Chueca corren a encender cuatro luces en el centro. ¿Dónde están ahora?”, se pregunta.

Pasos cortados y aparcamientos bloqueados

Desde la Asociación de Barrios de La Jota, su presidente Juan Antonio Andrés Pinilla denuncia las consecuencias que estos retrasos están teniendo para todo el vecindario.

“Hay calles que no se pueden transitar y zonas con vallas que bloquean pasos. Eso obliga a los vecinos a dar mucha vuelta para ir al colegio Don Bosco, a tiendas, al centro de especialidades del Grande Covián”, señala.

Por la noche, la situación empeora, ya que, según advierte, es una zona aún deshabitada y con muy poco tránsito personal. Además, reclama que se han perdido plazas de aparcamiento por las vallas y “hay muchas molestias para todos”.

De este modo, desde la Asociación exigen que se aceleren los trámites y que haya coordinación entre los actores implicados. “Entendemos que no se pueden saltar las normas, pero los vecinos tienen derecho a información clara. Lo poco que sabemos es por terceros”, asegura.

Sin embargo, aunque Andrés Pinilla comparte que en las últimas semanas se han terminado los cableados, se ha colocado la señalización y se ha empezado a cortar el césped de las zonas comunes, “sin electricidad en el bloque no puede abrirse ni ponerse todo en funcionamiento”.

A la espera de entrar a vivir

Mientras todo depende de una autorización y una electrificación que no llega, la vida de decenas de familias permanece en stand by. Y es que, a pesar de tenerlo todo pagado, no pueden mudarse y volver a empezar a vivir.

De hecho, María lo resume con pena: “No podemos hacer nada. Y eso es lo que más rabia da. Que te tomen el pelo, que nadie te diga la verdad… y que estés pagando, esperando y sufriendo sin saber hasta cuándo”.