Pradales pide perdón por no reconocer antes a los vascos en campos nazis: «Les arrebataron su identidad y les asignaron un frío número»

Pradales pide perdón por no reconocer antes a los vascos en campos nazis: «Les arrebataron su identidad y les asignaron un frío número»

«Es nuestra responsabilidad proteger la democracia que ellos defendieron», ha señalado el lehendakari en un acto de homenaje a los deportados cuando se cumplen 80 años de la liberación

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El lehendakari, Imanol Pradales, ha pedido “perdón” a las familias de los 253 vascos y vascas deportados a campos nazis entre 1940 y 1945 por no brindarles un reconocimiento público antes y destaca que “es nuestra responsabilidad proteger la democracia que ellos defendieron”.

Pradales se ha referido en estos términos en el acto ‘Nazismoaren esparruetara deportatutako euskaldunak gogoan 1945-2025 Memoria de la deportación’, celebrado este sábado en Ficoba en Irun, en memoria a las víctimas vascas de la deportación a campos del nazismo, impulsado por el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos (Gogora) y la Coordinadora por la Memoria de la Deportación Vasca con motivo del 80 aniversario de la liberación.

A la cita han acudido, entre otros, la viceconsejera vasca de Derechos Humanos, Memoria y Covivencia, Arritxu Marañón; el director de Gogora, Alberto Alonso, el director de Derechos Humanos y Atención a Víctimas, Jagoba Álvarez; la delegada del Gobierno central en Euskadi, Marisol Garmedia; la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería; la diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza; y el Ararteko, Manuel Lezertua. También han estado presentes en torno a 125 familiares de víctimas de la deportación, miembros de asociaciones, entidades memorialistas, y fundaciones que trabajan en este ámbito, según recoge Europa Press.

En total 253 personas de Euskadi y Navarra fueron deportadas a campos de concentración nazis entre 1940-1945, 10 mujeres. Del total 113 murieron allí y muchos supervivientes lo hicieron poco después con graves problemas de salud. “Imaginemos su periplo; lucha contra Franco; exilio; ser encerrados en un campo de internamiento francés; lucha contra el nazismo; ser detenidos y enviados a un campo de concentración”, ha recordado el lehendakari, para añadir que “allí les robaron las pocas posesiones que tenían, les arrebataron su identidad y les asignaron un frío número”.

“Les sometieron a hacinamiento, a trabajos forzados, a vejaciones, torturas, desnutrición y temperaturas bajo cero”, ha incidido. Pradales ha añadido que “quienes sobrevivieron no lo tuvieron nada fácil”, ya que “el bando democrático por el que lucharon les dio la espalda”. “Primero negándoles el estatuto de refugiados internacionales, que no recibirían hasta 1951 y, después, permitiendo que Franco se perpetuara en el poder en nombre de un supuesto bien mayor como era la guerra fría contra el comunismo”, ha recordado.


El lehendakari, Imanol Pradales, durante el acto de este sábado

Según ha subrayado, los nazis intentaron arrebatarles “la dignidad y los aliados inicialmente le robaron la esperanza”, pero “hoy estamos aquí para recordar y para honrar su memoria” y también para “pedir perdón por el tiempo transcurrido sin haber sido reconocidos públicamente”, ha afirmado. Asimismo, ha destacado que éste acto sirve para “defender lo que la mayoría de ellas y ellos no pudo conocer, la Euskadi democrática por la que dieron sus vidas”. Pradales ha defendido que hay que tener “muy presente en los tiempos que corren” la lucha de estas personas y que “no podemos banalizar los populismos, los extremismos, ni los fanatismos que cuestionan la democracia”.

“Tenemos que poner pie en pared ante los discursos que reviven los autoritarismos de siempre, inventando uno o varios enemigos para sembrar el odio y dividir a la sociedad, explotando el miedo en su propio beneficio, evocando la grandeza perdida y el retorno a un pasado que siempre se presenta como idílico, o presentando a líderes carismáticos con soluciones rápidas y sencillas que lo arreglan todo”, ha sostenido. Para Pradales, “cada generación tiene una responsabilidad histórica” y “la nuestra es proteger y consolidar aquello por lo que pelearon quienes hoy homenajeamos: la paz, la justicia, la libertad, la democracia y sobre todo los Derechos Humanos.

“Silencio y olvido”

Por su parte, la consejera de Justicia y Derechos Humanos del Gobierno vasco, María Jesús San José, ha recordado a las víctimas de la deportación, “miles de apátridas a quienes el odio revanchista del régimen franquista les había negado la nacionalidad vasca y española” y que sufrieron, además, una “doble victimización, por el injusto silencio y olvido que ha rodeado a sus vidas y a sus familias”.

Durante el acto se ha proyectado una pieza ausiovisual elaborada por Pixel, con datos sobre la deportación, su dimensión, y también el contexto que propició que este hecho se silenciara explicado por, entre otros, el historiador Etxahun Galparsoro, familiar de tres personas deportadas; Juan Francisco Murillo, miembro de la Amical Mauthausen, y María Jesús Amenabar, del colectivo La Ilusión de Errenteria (Gipuzkoa).

Además, en el homenaje, conducido por Maitena Salinas, han tomado la palabra Eugenio Azurza, su hija Asun Azurza, y Lola Madariaga, familiares del donostiarra José María Azurza Osategi, afiliado a la UGT y muerto en Mauthausen el 28 de octubre de 1941 y del deportado superviviente, Pedro Madariaga Recalde, natural de Portugalete (Bizkaia), respectivamente.

Eugenio Azurza creció sin conocer demasiados datos sobre su padre, que según revela documentación de la época luchó durante la Guerra Civil en Euskadi y se hallaba en Cataluña al final de esta contienda. En febrero de 1939, una vez cruzada la frontera francesa, en un éxodo masivo, fue encerrado en el campo de concentración que se abrió en la playa de Argelès-sur-Mer, junto con otras 80.000 personas. A principios de abril fue trasladado al campo vasco de Gurs y, como a otros muchos, las autoridades francesas le llevaron a trabajar, primero en la zona de las Landas, y después en las líneas de defensa contra el nazismo.

No se conocen las circunstancias de su detención y su deportación, pero sí que, tras pasar por algunos campos, terminó siendo asesinado en Mauthausen el 28 de octubre de 1941, tan sólo seis meses después de llegar a ese campo. Su nieta ha relatado cómo “el silencio” marcó la historia de su familia.

Por su parte, Lola Madariaga ha señalado que su padre, Pedro Madariaga, se integró tras la sublevación en la Marina Auxiliar de Guerra del Gobierno vasco y al final de la guerra en Euskadi huyó a Francia y Gran Bretaña donde consiguió trabajo como marino. Ella tan solo tenía cinco años. Con el estallido de la II Guerra Mundial en uno de sus viajes es detenido por los nazis y trasladado a un primer campo de concentración en Austria.

Después comenzó un periplo para él por varios campos hasta ser trasladado al de Dachau, del que fue liberado por los americanos el 29 de abril de 1945. Como no podía volver a España en plena dictadura franquista se trasladó a Inglaterra y allí volvió a trabajar en una naviera lo que le permitió regresar a Euskadi, como segundo oficial de un barco mercante siendo súbdito inglés, y visitar de forma regular a su familia, cuando su hija ya tenía 17 años.

Asun Madariaga ha abogado por “inculcar y hablar a los jóvenes” de estas cosas a través del sistema educativo, “para que no vuelva a pasar”. “Mi padre siempre decía que los que se conocen hacen la guerra para que se maten los que no nos conocemos”, ha recordado, para añadir que el “carácter alegre” y “no odiar” fue lo que le permitió tener “una vida normal y feliz” hasta su fallecimiento a los 64 años en 1970.

La parte artística del acto la ha asumido la compañía Dantzaz de Rentería. Han interpretado la pieza de danza ‘Basoa’, una adaptación de la original, inspirada en el campo de concentración de Gurs (Francia).