
La diferencia entre los cargadores rápidos para móvil y los demás (y cómo afectan a la vida de tu batería)
Los cargadores rápidos prometen cargar tu móvil en minutos, en lugar de horas, pero ¿son seguros para la vida útil de la batería?
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¿Cuánto dura la batería de tu móvil? Seguramente la respuesta es “no lo suficiente”. Cuando el indicador en la pantalla nos avisa de que la batería está a punto de “morir”, lo que queremos es cargarla, y hacerlo lo más rápidamente posible.
Sin embargo, las baterías de iones de litio que utilizan los teléfonos móviles modernos son delicadas. Demasiado calor, o una carga demasiado agresiva pueden hacer que su vida útil se acorte y tengamos que reemplazarlas antes de lo previsto (y no son baratas precisamente).
Los fabricantes han intentado reconciliar estas dos realidades, las ansias por recargar la batería lo más rápidamente posible, y la vida útil de la batería, con distintas tecnologías, y la más conocida es la carga rápida. Una búsqueda en comercios online te ofrecerá cargadores, cables y diferentes modelos de teléfono que ofrecen esta posibilidad. Pero, ¿qué es exactamente la carga rápida y cómo afecta a nuestra batería? Primero tenemos que entender cómo funcionan las baterías.
La delicada carga de las baterías
Las baterías de iones de litio de los teléfonos tienen dos capas: una de óxido de litio y cobalto, y otra de grafito. Cuando los iones de litio pasan de la capa de grafito a la de litio-cobalto a través de una solución electrolítica, se liberan electrones. Cuando se carga la batería, los iones se mueven en la otra dirección y se almacenan para liberarse más tarde, cuando se enciende y se utiliza el dispositivo.
Esa liberación de energía es la responsable del calor que se nota en el teléfono mientras se está cargando. El problema es que ese mismo calor puede dañar la batería a largo plazo, y provoca que, con el tiempo, la batería pierda capacidad.
¿Qué hace el cargador de tu móvil? En su versión más sencilla, convierte la corriente alterna (AC) de la toma de pared en corriente continua (DC), que es la que utiliza la batería para recargarse. El voltaje y la intensidad de salida del cargador están estandarizados: la mayoría de los cargadores antiguos ofrecían 5V (voltios) y 1A o 2A (amperios), lo que se traduce en una potencia de 5W a 10W. Sin embargo, los cargadores de carga rápida ofrecen potencias de 20 o 30W e incluso más. Si toda esa potencia se hace pasar por la batería, la carga es muy rápida, pero también se genera mucho calor y se corre el riesgo de dañar la batería con cada carga rápida.
Qué es la carga rápida y cómo funciona
El proceso de carga de una batería no es lineal: cuando la batería está casi vacía, absorbe energía a máxima capacidad. Es en este momento cuando los cargadores rápidos suministran toda la potencia. Pero a medida que se acerca al 80-90%, el sistema que tiene el cargador reduce la corriente para evitar sobrecalentamiento y estrés en las celdas de la batería. Esta fase final, conocida como “carga de goteo”, es la que permite preservar la salud de la batería a largo plazo. Sin embargo, la inteligencia de este proceso está en el móvil, más que en el cargador.
La carga rápida aumenta significativamente la potencia de carga al principio, reduciendo el tiempo necesario para recargar el móvil. Para lograrlo, se utilizan dos estrategias principales:
Aumentar el voltaje: algunas tecnologías elevan el voltaje hasta 9V, 12V o incluso 20V, pero para que esto funcione, el móvil debe incluir un circuito regulador que lo reduzca a un nivel seguro para la batería (generalmente alrededor de 4,2V por celda).
Aumentar la corriente: otras técnicas incrementan la intensidad de la corriente, llegando hasta 5A o más, lo que permite una transferencia de energía más rápida sin modificar el voltaje base.
Muchos sistemas combinan ambas estrategias, como Qualcomm Quick Charge, USB Power Delivery (PD) u Oppo VOOC, que ajustan dinámicamente el voltaje y la corriente según las necesidades del dispositivo. Cada fabricante ha desarrollado su propio estándar, pero la mayoría se basan en estos tres.
Un elemento clave es la comunicación entre el cargador y el móvil. Ambos dispositivos negocian el perfil de carga óptimo mediante protocolos digitales, evitando así sobrecargas o incompatibilidades. Por ejemplo, un móvil con Quick Charge 5 puede recibir hasta 100W de potencia si el cargador lo soporta, pero si se conecta a un cargador básico, volverá a los 5V/2A tradicionales.
Apple usa USB PD 2.0 para la carga rápida desde el iPhone 8, lo que hace que se puedan cargar sus teléfonos más nuevos hasta el 50% en solo 30 minutos. Para conseguir estas velocidades, sin embargo, se necesita un adaptador capaz de proporcionar 18 W con un cable USB-C o USB-C a Lightning.
Los dispositivos Samsung más modernos utilizan una versión de carga rápida que se llama Super Fast Charging, basada en USB PD 3.0. El Galaxy S24 Ultra y el S24+ cargan a una velocidad de hasta 45 W.
Cómo cargar el móvil rápidamente protegiendo la batería
La diferencia en tiempo de carga de estos sistemas es muy grande. Por ejemplo, un móvil con batería de 4.000 mAh y un cargador estándar de 5V/2A (10W) puede tardar más de dos horas en cargarse completamente. El mismo móvil con Quick Charge 5 (100W) podría cargarla completamente en 15 minutos.
De nuevo, parte de la estrategia para evitar que la batería se deteriore está ya prevista en el sistema operativo del teléfono. Estos son los métodos empleados:
Gestión térmica: hay sensores de temperatura que ajustan la potencia de carga si el móvil se calienta demasiado.
Carga inteligente por tramos: muchos sistemas reducen la potencia de carga al alcanzar 80%, pasando a un modo de carga lenta para evitar estrés en la batería.
Aprendizaje de hábitos de carga: algoritmos como el de Apple (Optimized Battery Charging) o Huawei aprenden cuándo sueles cargar el móvil (por ejemplo, por la noche) y retrasan la carga completa hasta que lo vayas a usar (antes de despertarte), evitando que pase muchas horas al 100%.
¿Qué podemos hacer nosotros? Aunque la carga ya la optimiza el teléfono, por nuestra parte debemos evitar que la batería se descargue por completo. Cuando una batería de iones de litio llega al 0% y se apaga, no significa que esté totalmente vacía, pero sí que ha alcanzado el voltaje mínimo seguro (alrededor de 2.5V-3.0V por celda). Si se deja vacía durante mucho tiempo, puede degradarse rápidamente. Lo mejor es no dejar nunca que la batería llegue al 0% y recargarla cuando está alrededor del 20% de capacidad.