La sombra del bloqueo ultra sobrevuela el inicio del cónclave para elegir Papa

La sombra del bloqueo ultra sobrevuela el inicio del cónclave para elegir Papa

Los opositores a Francisco no llegan con fuerza suficiente para elevar un candidato propio, pero sí pueden impedir uno que continúe la línea de Bergoglio: la tercera votación se dibuja como momento clave

¿Quiénes elegirán al nuevo Papa? Estos son los 133 cardenales que votarán en el cónclave

Se acaba el baile de nombres, terminan las quinielas y comienza el juego. Este martes concluyeron las congregaciones generales y todos los cardenales electores tienen sitio ya en Santa Marta, donde residirán durante el cónclave, sin comunicación alguna con el exterior y con una sola misión: elegir nuevo Papa.

Los purpurados votarán en cuatro ocasiones cada jornada (dos por la mañana, dos por la tarde, además de la votación de sondeo de este miércoles por la tarde), y el mundo solo se enterará del resultado mirando a la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina: si el humo es negro seguirán votando; si es blanco, Habemus Papam. Los cardenales no verán la televisión, ni acceso a móviles ni a la prensa. Tampoco podrán saber nada de lo que ocurre fuera. Roma y el Vaticano han diseñado un robusto sistema de bloqueo de comunicaciones para impedirlo.

Más abierto que nunca

¿Y quién puede ser Papa? En la votación más abierta del último siglo, persisten tres bloques: uno, netamente conservador, sin posibilidades pero con capacidad de bloqueo; otro, el mayoritario (también el más dividido), favorable a mantener, con matices, el legado de Bergoglio; y otro, el de los moderados, donde se ubican tanto los nuevos purpurados sin experiencia romana como aquellos que primarán la seguridad en cada paso frente a la reforma pura y dura.

Entre estos últimos se ubica el candidato que todos estiman que será el candidato más votado en la primera ronda sondeo: el secretario de Estado, el italiano Pietro Parolin, a quien distintas fuentes atribuyen al menos una treintena de votos, que podrían sumarse, en función de los resultados de otros ‘papables’ a los ocho o diez votos, que añadiría el sector más ultra (con el húngaro Peter Ërdo, el holandés Willem Eljk, el canadiense Frank Leo o el sueco Ander Arborelius como máximos exponentes).

¿Y entre los bergoglianos? Se trata de la facción mayoritaria, pero la que más candidatos maneja. Para esa primera votación, hay al menos cinco nombres con posibilidades de sumar un buen puñado de sufragios que los coloquen en la rampa de despegue: el norteamericano Robert Prevost; el italiano Matteo Zuppi; el francés Jean Marc Aveline; el filipino Luis Antonio Tagle; o el brasileño Leonardo Steiner.

Claves del cónclave

¿Dónde estarán las claves para saber si será un cónclave corto o, por el contrario, habrá minorías de bloqueo que impidan alcanzar los 89 votos necesarios? El primer punto de inflexión vendrá tras la primera votación, la llamada de sondeo. Después de ese primer recuento, los cardenales volverán a Santa Marta, cenarán en mesas redondas y conversarán sobre lo sucedido.

En función de los votos de cada uno, podría confirmarse, o caer, la alianza Parolin-Ërdo. También habría que considerar si los renovadores son capaces de ponerse de acuerdo y centrar sus apoyos en uno o dos candidatos, algo que resultará fundamental para conseguir una mayoría netamente continuista.

La tercera votación, al final de la mañana del jueves, se antoja definitiva para saber si Prevost, Zuppi, Tagle o Aveline se configuran como papables del sector renovador. En caso contrario, el riesgo de bloqueo podría hacer que surgieran candidatos outsiders, como el español Ángel Fernández Artime, el filipino Pablo Virgilio David o el brasileño Leonardo Steiner subieran enteros.

Otro escenario posible si Parolin no consigue los apoyos en estas primeras rondas y no se impone un candidato bergogliano renombrado, es que llegue el turno a otros tapados, como el italiano Fernando Filoni o el mexicano Carlos Aguiar.

Si el proceso se enquista un poco y se alarga y el sábado por la tarde (en torno a la duodécima votación) no hay Papa, los cardenales se tomarían un día de descanso. Pero para entonces, los fantasmas de la división ya se habrían instalado en la Capilla Sixtina, y el Papa saliente no contaría con la misma legitimidad que si, como se desea, se produce un cónclave corto o medio, que se resuelva como mucho a lo largo de la jornada del viernes o la mañana del sábado. En todo caso, son los últimos coletazos de información. Lo que queda a partir de ahora es esperar a que aparezca el humo de la chimenea de la Capilla Sixtina.

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