
¿Dejarán impune la Iglesia, Vox y Abogados Cristianos el disfraz blasfemo de Trump?
La elección de León XIV no puede pasar página sobre cómo Trump ha ridiculizado la figura del Papa, representante de Cristo. Una burla recibida por la ultraderecha con silencio cómplice, lo que prueba hasta qué punto es falsa esa supuesta “ofensa al sentimiento religioso” en la que basan sus querellas contra creadores, artistas, humoristas y movimientos reivindicativos a los que sólo atacan por considerarlos la “izquierda enemiga”
Los ultras Abogados Cristianos se agarran sin pruebas a deudas económicas de una joven para impedir su eutanasia
Mucho se habla de la elección del nuevo Papa y poco de la ofensa al sentimiento religioso cristiano, católico, del delirante emperador del planeta, Donald Trump, y su comparsa ricachona, hortera y provocadora cuya penúltima trastada ha sido disfrazarle de Papa y, en vez de limitarse a compartir la chanza por WhatsApp o Signal con colegas del curro y familia, subir la imagen, ¿de inteligencia artificial?, a su red Truth Social, con posterior retuiteo desde la cuenta oficial de la Casa Blanca en X.
En cuanto se difundió esta imagen, usurpadora y burlona del vicarius Christi, es decir, de “quien tiene las veces” de Cristo en la Tierra, proliferaron los comentarios en redes sobre la falta de respeto y sobre el doble rasero evidente por el cual la extrema derecha y los grupos ultracatólicos saltan indignados ante la estampita de la Vaca-Sagrado Corazón con la que bromeó Lalachus en las campanadas de Fin de Año de TVE, o por la imagen de Zahara vestida de Virgen en su disco Puta, o contra el cómic satírico El niño Jesús no odia a los mariquitas y las procesiones feministas del Chumino rebelde y el Coño insumiso en Málaga y Sevilla… y más expresiones artísticas y culturales pero, en cambio, no pían ante la imagen blasfema de Trump.
La desfachatez de Abogados Cristianos es tal, que ahora calla ante el disfraz de Trump cuando en 2010, porque el actor italiano Leo Bassi se disfrazaba de Papa en un espectáculo, se querelló contra él acusándole de “ofensa pública hacia la religión católica, con incitaciones al odio y violencia por razones confesionales”.
Y eso que Trump ha llevado la provocación de la foto aún más lejos al declarar ante la prensa, con su proverbial soberbia, que él sería el mejor Papa posible. Las palabras textuales con las que se mofó de la fe católica han sido: “¿Qué Papa prefiero? Me gustaría ser yo el Papa. Esa sería mi opción número 1”.
La desfachatez de Abogados Cristianos es tal que ahora calla ante el disfraz de Trump cuando en 2010 porque el actor italiano Leo Bassi se disfrazaba de Papa en un espectáculo se querelló contra él acusándole de «ofensa pública hacia la religión católica, con incitaciones al odio y violencia por razones confesionales”.
Se dice en los medios que el pitorreo de Trump ha causado “estupor general” entre los cardenales reunidos para el cónclave, incluso los afines a él. Pero, ¿en qué se concreta ese malestar de la Iglesia ante la ofensa? Hasta ahora sólo consta la crítica en redes de la Conferencia Católica del estado de Nueva York. ¿Veremos una demanda oficial de rectificación y petición de perdón por parte de la Santa Sede?
Silencio cómplice de la ultraderecha
¿Se va a querellar contra Trump la asociación ultra Abogados Cristianos? ¿A qué esperan para afearle su blasfemia Santiago Abascal, Vox, y los demás líderes y partidos internacionales supuestamente adalides del catolicismo, pero contrarios al mensaje fraterno de Cristo?
No parece, ¿verdad? Pero, ¿adónde habrían llegado los gritos, aspavientos y denuncias si quien se hubiera disfrazado de Papa fuera un Pedro Sánchez o un Pablo Iglesias? ¿Os lo imagináis?
Sería de esperar y muy sano que gente de derechas o incluso muy de derechas, sinceramente católica, herida por esta tomadura de pelo a sus creencias, exigiera a sus representantes políticos y sociales que se planten frente al irreverente Trump o, si no lo hacen, que castiguen su silencio cómplice dejando de apoyarles.
Queda patente que lo que mueve a los grupos neofascistas tanto de la política como de la sociedad civil a enarbolar la supuesta defensa del catolicismo no es un apego real al mensaje de Jesús, ni siquiera obediencia a la jerarquía de la Iglesia, dado lo mucho que tanto ellos como incluso representantes del PP radicalizado, de Cuca Gamarra a Isabel Díaz Ayuso, han atacado al Papa Francisco a quien, durante su pontificado, se le ha llamado “ciudadano Bergoglio”, “okupa”, “comunista”, “tonto”, “imbécil” y “representante del maligno”.
Quieren al Papa cuando es un Papa títere de sus intereses de poder e ideológicos, igual que quieren a España cuando la gobiernan ellos y, si no, votan en contra de proteger a sus trabajadores y empresas de los aranceles impuestos por Trump para arruinar nuestros países y que nos sometamos a todo lo que él y su camarilla de millonarios quieran.
Sería de esperar y muy sano que gente de derechas o incluso muy de derechas, sinceramente católica, herida por esta tomadura de pelo a sus creencias, exigiera a sus representantes políticos y sociales que se planten frente al irreverente Trump o, si no lo hacen, que castiguen su silencio cómplice dejando de apoyarles.
Ojalá Prevost materialice las esperanzas
Como demuestra la historia y tan bien ha ilustrado este curso la película Conclave, lo que se juega en la elección del Papa por los cardenales, como al elegir jefe en toda gran organización humana, es una partida por el poder. Ojalá Robert Prevost Martínez, designado por los 133 cardenales de 71 países en estos tiempos de amenaza neofascista a los derechos humanos, la legalidad internacional y la sostenibilidad medioambiental, encarne la esperanza de humanidad y humanismo.
Y que, si es así, sepan protegerle para que ni caiga asesinado como Juan Pablo I a los 33 días por su empeño de acabar con las implicaciones de la mafia con la banca vaticana, ni se vea tan frenado desde dentro como Francisco I en sus intentos de limpiar de corrupción las finanzas vaticanas y sanear las cuentas de la Iglesia, de mejorar el papel de la mujer en ella, de zanjar el amparo a curas pederastas… E incluso dé pasos que él no tuvo claros para tratar con respeto a la comunidad LGTBIQ+.